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Para manifestar que en las naciones en que se
halla vigente el régimen del patronato, los mis1nos
prelados
y
canónigos nombrados consideran el nom–
bramiento hecho por el poder civiL
1
como al verda–
dero
y
1nas eficaz título para ejercer el cargo con–
ferido
á
estos últimos, conviene recordar un suceso
de reciente fecha acaecido en el Perú.
180-A fines del año 1883 vacó el deanato del
coro de la iglesia catedral de Lin1a. En esa Inis–
lna época el Perú se encontraba en una situacion
excepcionalmente anárquica. En Arequipa tenia
su residencia el gobierno constitucional del gene–
ral Montero, el cual era obedecido en los depar–
tainentos n1as importantes y populosos del sur de
la Reptíblica
y
casi
e~
todos aquellos otros en don–
de no in1peraban la:-:; autoridades
y
los ejércitos de
Chile. Otra porcion respetable del Peru, co1npuesta
de casi todos los pueblos ele la costa, estaba Inili–
tarmente gobernada por autoridades chilenas. Una
porcion reducida del norte de la meneionada Re–
ptíblica, cuyo núcleo n1as ünportante era Oaja1narca.,
reconocía
la autoridad del general Iglesias, que
habia enarbolado la bandera de la paz
y
solo tenia
hasta entónces el carácter de caudillo revolu–
cionario.
El Perú se encontraba dividido; habia dos enti–
dades que se titulaban gobierno
y
qt e) en puntos
detenninados del
territorio nacional ejercían en