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sia; es obligarle
á
abandonar la grey, de cuya so–
licitud estaba eucarga<lo con
el
obispo mismo cuan-·
do este vivia, en el tien1po que aquella corre eln1ayor
peligro,
es decir 1nientras
la jglesia
se encuentra
vi uda
y
sin
su
propio
pastor;
es en fin pretender que
los '
m.asgraves
He.r;ocios
de la diócesis queden al
arbitrio de un vicario; d quien tal vez
d~tras
é
ine–
uitaúles circunstancias han obligado
á
elegirlo sin
tener toda ·1rts garantias necesarias de
S'U
cabal de–
Selnpefto,
y
que por
to
·núsnw, sea por (lebiliclad
y
flt?tque~a,
seu por falta de
prevision
y de luces, se
preste
á
cnantu de
ét
&se
r¡_lti enr,
ú
exi;ja
con daño
irreparable de la Iglesia.>
}Iaci ndo
alusion"~
en otr(l.
parte,
á
L1
reforma que
en este punto pretencliBn üürodncir algunos cano–
u
ista~
italianos, dice eltuencionaclo
ofieio :
«¿Y que
clered1o tienen los canouistas italianos para snbyu–
gar con
ns
n:odernn. · opiniones
á
las de
otras na–
cione:), que lwn
pensado
y
píen
·an
sobre
esta 1uateria
ele distülto modo? . ¿Qne
fnerza pueden tener
su~
upinione:) vara anular
y
echar por tierra las prácti–
cas,
n~os
:r
costumbres contrarias
u
e u1uchas iglesias
que testifica Van ·Es1)en en el lugar que hemos ci–
tado .. entre las cua1es se cuenta la inineinorial de la
J
igl~sia
ele
.Liiua
contestada por
~olórzano
y
por las
actas antigua::5
y
modEn1as de este eabildo?
En
lrt
observrtncia de estos usos
y
costuJnb1'es es en lo q'tte
consiste la libertad de las i.c;lesias
partic~dares, ton~