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por cuya defensa fueron siempre valientes los ma

católicos

y

celosos 1nonarcas en precaucion del mas

·ligero ataque

á

sus respetos; desciende el ue firma

á

bosquejar al 1nenos su nacimiento antíguo y ve

nerable.

N

o fué él, repito, debido como se quiere

suponer;

á

las gracias y liberalidades de los

~umo·s

pontífice~,

por merced de la piedad cristiana de los

soberanos: otro fué su principio;

6

.bien podria de–

cirse, que él fué desconocido por inmen1orial.

»

Desarrolla en seguida los argumentos que mas

apropiados le parecen para re1nontarse al origen del

patronato nacional

y

concluye esta parte resumiendo

sus opiniones en ·la siguiente forma:

«El derecho

con1nn, la in1nemorial costumbre, la práctica cons–

tante, la proteccion, defensa, ereccion y Clotacion

de las jglesias; en fin, segun se ha dicho, la Ina–

gestad

y

préeminencia de la soberanía, su suprerno

poder (con1o se explicó el tridentino) for1nan las

bases sólidas, el verdadero origen, el fundamento

perdurable del patronato de que hoy nos ocupan1os.,

En otro lugar agrega: «está pues demostrado el

verdadero· origen del inestilnable derecho de pa–

tronato. De lo que naturalmente se deduce que

los gobiernos soberanos

p~teden

y deben resistir el

'reconocinúento de los prelados, cuya eleccion no

sea de ellos 1nisrnos.

Asi se ha hecho,

y

esta es

la doctrina comun de los doctores.) Mas adelante

añ.ade:

«

despues de esto y convencido de que el tex-