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reconocía las catorce proposiciones como indispen–
sables y l!._Uestas en práctica.
Mas ahora que soy
republic~o,
si no fuera de la misma op1n1on,
me
juzgaría
con~
o un traidor á la p.átria.
~
El dictá–
nlen concluye así:
•
A
los gobiernos
americanos,
por. su lustre
y
respetabilidad, les coinpete sostener
con
int~gridad
y fibra
las
14
proposiciones sujetas
á
discusion, que yo reconozco en esta exposicion
llana é
ingénua.
»
46.-El doctor Francisco Silveira, investido del
n1isn1o carácter del anter ior, hace á la
3a
propo–
sicion el sencillo y significativo comentario siguien–
te:
({El
supren1o patronato
esencial1nente anexo
á
la soberanía
es uno de sus mas preciosos derechos.»
Al estudiar la sexta se expresa de
e~te
n1odo:
,
En
la enorme distancia en que se hayal! las iglesias de
la capital Ro1na, nadie mejor que sus jefes políticos
pueden
á
virtud de su patronato,
verificRr las di–
visiones de los respectivos arzobispados, obispados
y
curatos, concurriendo la autoTidad eclesiástica en
la parte que le
corresponde . ~
N
o deben1os negar que el señor Silveyra hace
sus reservas respecto a1 alcance de otras proposi–
ciones,
c5
sea respecto
á
las múltiples funciones in–
herentes al patronato naciona1; pero, con1o lo tene–
Inos indicado') no ha llegado aun el instante de
discutir este punto, que será 1nateria de otros capí–
tulos.
Por el momento, nuestro objeto se reduce
á