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gobierno asigna
y
paga una renta á los obipos')
miembr~s
de los cabildos y otras dignidades ecle–
siásticas; designa tondos para la ereccion ·
1
e nuevos
templos y refeccion de los ya construidos; contribuye
al sostenin1iento de los seminarios conciliares y
á
la
mayor pompa de detenninadas fiestas
religiosa3;
invierte una parte de las rentas fiscales en ·la fun–
dacion de nuevos obispados y en la instalacion de
los prelados que se notnbran para las diócesi¿ va–
cantes: en una palabra, procura que el culto católico
tenga todo el esplendor necesario, empleando al
efecto sns propios recursos.
N
o negaremos que en el trascurso del último afio
se suspendió la subvencion que se daba á los semi–
narios y ultimamente se aplazaron las partidas del
presupuesto que sefialaban fondos para la construc–
cion de edifieios religiosos.
Pero nadie desconoce
que ambas medidas solo tienen una duracion preca–
ria; no son radicales y permanentes; no irnportan,
por parte de la autoridad civil, el
dest~onocilniento
de sus deberes protectores para con el culto católico.
La priinera fué el resultado de una situacion
violenta y') segnn declaraciones del
ejecu~ivo)
los
seminarios gozarán otra vez de su renta, cuando
se hayan dictado las leyes que no hagan ilusoria
la legítima intervencion del gobierno en esos plan–
teles de educacion. La segunda hE\ sido efecto
de la situacion rentística del pais manifestada por el