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bre este punto con un a franqueza, una delicadeza, una
probidad religio a, que lo declaran digno de
la misión
qu e le fa ltaba";
el
misionero, dtce, debe alejar e mucho
ele toda
estrecha
gazmoñería ( r)
y
poseer un e píritu ver–
daderamente católico (z).
o son ni el Calvinismo, ni
el Anninismo, sino el Cristianismo, lo que d ebe enseñar.
Su propósi to no es propagar la gerarquía anglicana ni
los prin cipios de los di"identes, su objeto es servir á la
f.glesia Unt'vn,sal
(3
).-Quisiera
yo
qu e
el
tT.i ionero es–
tu viese bien persuadido d e que el suceso de su ministe–
ri o no estriba en ma nera alg un a sobre los pu ntos
d~
se–
paración, sino sobre los qu e ad unan el asen tim iento de
todos lo<> hom bres relig ioso ." (4)
•·Henos aquí. dice el ilustre cond e, vuel tos
á
e ntrar
en la e terna
y
vana distinción de los dogmas capitales
y
no capitale. Mil veces ha sido refutada; inútil sería vol–
ver á ella. Todos los dogmas han sido negados por al–
gún disidente. ¿Con qué derecho había de preferirse el
un o al otro? El que niega el derecho á sólo uno, pierde
el d e enseñar uno solo. ¿Cómo, por otra parte, pudiera
creerse qu e el poder evangélico no es clivino,
y
que por
consiguiente pueda hallarse fu era de la Ig lesia? La di–
vinidad de
e~ te
poder es tan visible como el Sol. Pa rece,
dice Bossuet, que los apóstoles
y
sus primeros discípulos
hu bieran trabajado subterráneamente para establecer
tantas
ig lesias en tan poco tiempo, si n que se sepa el
cómo."
1
o intento hacerme pesaflo. señores, sobre e ta mate–
ria, por más interés que te nga en el d esarrollo ele mi te..
(l) Esta palabra gazmoñería
(bigoterie)
que, según su acepción na·
tural en la lengua ingle a, da idea de
celo ciego,
de
preocupación
y
su–
per lición,
se aplica hoy, bajo la pluma hberal de lo escritores ingleses,
á todo hombre que e toma la libertad de creer de otra manera que
esos señores; y al fin hemos tenido la satisfacción de oir
á
los Revista–
dore de Edimburgo acusa•· á Bo suet de
b(qoterie.
(Revista de Edim–
burgo-Octubrede
1
03,
.
0
5, pag.
215.)
¡Bos
uetbigotl
¡El Univer–
so no lo sabía!
(2) Vaya una honradez! Este hombre dice lo que puede,
y
sus pa·
labras son notables.
(3) Repito aquí en inglés lo que acaba de decir en grie¡!O:
católico,
unt'versal,
qué importa! Se ve que necesita de la
Wlivet·salidad.
(4)
V
ease Letters on mis ion adresoed to tbe protestant ministers
of tbe British churches,
~Ielv1l
Horne, lately chaplain oí Sien·a-Leone
in Aírica. Bristol
1794.