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sido objeto de falsificación especuladora del protestan–
tismo, que se sintió derrotado ante el criterio de los cris–
tianos, y trató de
pa1'odiar
ridículamente una institución
para cuya concepción y desarrollo le faltaba el aliento,
que sólo puede dar el espíritu de Dios. Olvidó, entre
otras cosas, la reforma protestante que el divino Maes–
tro condenara de antemano su ridículo esfuerzo, pro–
nunciando esta ígnea sentencia: ''el que no recoge con–
migo, desparrama," reforzada por esta otra: ''todo sem–
brío, que no haya plantado mi Padre celestial, será arran–
cado de cuajo";
y
que estas dos sentencias tienen obvia
interpretación en un hecho inolvidable del pereg-rinaje
de N uestro Señor Jesucristo, quien, entrando en la bar–
ca de Pedro,
y
no en otra, y
á
pesar de la potestad de
aquel de que había 5ido estéril su trabajo de pescador
en toda la noche, le elijo, con soberana autoridad:
duc
in altum,
esto es, en romance, entra en el mar;
y
que,
obedeciendo Pedro
á
éste
y
al mandato de echar la n ·d,
hizo aquella pesca milagrosa, en la que no podía reco–
ger la redada,
y
hubo menester el auxilio de otras bar–
cas vecinas para llevar
á
tierra multitud ele peces que ha–
bía cogido. Entonces el Señor, al verse adorado por P e–
dro, que le pedía se apartase de él, porque confesaba ser
hombre pecador, le dijo estas significativas palabras, que
han llegado hasta nuestro oído por la
mi~ma
predicación
del Evangelio que los protestantes pretenden entender:
''desde este momento se1-ás p escador de lwmb?'es''.
De ahí, señores, el que las misiones católicas, creadas
por Pedro
y
por los que le han sucedido en el Pontifica–
do, sean fecundas con asombrosa fecundidad;
y
de ahí
también el que las misiones de la apellidada Socied, d
Bíblica de Londres, cuyas ramas se extienden á colonias
antiguas de Inglaterra, hoy independiente de la Metró–
poli,
y
á
ciudades del Perú, en donde pretenden esparcir
sus biblias muti ladas, ó deja r simiento para reclamacio–
nes diplomáticas en
In
futuro. sean estériles, no con asom–
brosa, sino con lógica esterilidad, como lo declara en par–
te un honrado protestante
respe~to
de otra zona confia–
da
á
su
celo.
o puedo prescindir de la cita de ese testi–
monio, que se debe
á
la lealtad de un
múionero
inglés.
el señor Melvil Horne,
y
que, como dice el Conde de
Maistre, ''ha sentido el anatema, y se ha expresado so-