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TllATADO !'ESTO
)Jros. ¿
Oné
dices, ho mhrc? ¿No es de tu profesion porque tienes ne–
gocios?
y
aun por eso, poi·que nadie tiene mas necesidad de este
socorro, que los que tienen esas distracciones
y
cuidados, mucho
mas que los religiosos. A
tí,
en quien son mas ordinarias las heri–
das, convienen que sean mas frecuentes los remedios á quien la mu–
jer provoca, el hijo entristece
y
enoja , á quien el enemigo acecha,
el amigo envidia, el vecino persigue,
el
compañero
eugañ~,
el juez
agravia, castiga
ó
amenaza,
y
la necesidad atormenta; á ese tal con–
viene sin cesar leer en libros espirituales: no había que añadir á las
palabras de este santo doctor, si tú no hubieras menester mas alien–
to
y
enseñanza. No verás á nadie que trate de veras de su aprove–
chamiento, que no sea darlo á la leccion de libros espirituales; por–
que si el ánimo está caído
y
desmayado, ellos. lo levantan
y
afer–
voran; si tibio
y
frío le encienden; si altivo y soberbio, le humillan;
si triste
y
congojaJo le alegran. No hay enforrneJad q11e no curen,
.Jlaga que no sanen, trahajo que no alivien, Jolor que no aplaquen.
Ellos hacen tener trato
y
corn1111icacion con Dios ; porque con Dios
hablamos cuando oramos,
y
á
Dios oímos cuando leemos: ellos son
11rmas defensivas
y
ofensivas contra nuestros enemigos : ellos son
platos de manjar celestial, con que el alma se satisface
y
harta;
. ellos son espejos donde se ve nuel tro interior,
y
lo bueno
ó
Jo ma-
lo que tenemos; ellos son consejeros verdaderos, predicadores se-
•
cretos,
y
maestros ingeniosos que enseñan callando; letrados de cá–
mara que si les marnlan callar callan; sin tornar
á
repetir lo dicho lo
repiten, no se cansan de esperar ni desesperan de aprovechar; son
anillos de memoria, poi· los cuales se acuerda el hombre de lo que ya
tenia olvidado; ellos nos descubren las cosas que se han 1le creer,
los premios que se han de egperar, los castigos qne se han de huir,
· 1os preceptos ql1e se han de agradecer, lo que
~e
ha de Jesear;pe–
dir
y
meditar; ellos avisan
á
los que titubean en la fe, que estén
fir–
mes en ella;
á
los que han perdido la caritla1l qne hagan penitencia
y
Ja restauren;
á
los tibios que ge afervoren;
á
los d1•sconfiados que
confien;
á
los tentados que resista11;
:i
los perseguidos que sufran;
•
á
Jos justos que se perfccionen,
y
á
los perícctos que perseveren
y
apro–
vechen
á
sus prójimos. Y por decirlo todo en breve, ellos enseñan