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llE LA. 01\A.CION VOC.\ L.

33i

buenos, volverse espantaJos

á

mejor vi tia á los malos. Ella da luz

á

los ciegos, calor vital

á

los tibios, consuelo

á

los tristes,

y

espe–

ranza

á

los desesperaJos. Ella quita las palpables tinieblas de la

ignorancia, es pan que sustenta la vida Jet alma, es vino que hace

mayores efectos que el natural, es píctima cordial rp1e deshace las

melancolías

y

tristezas que causa la .ponzot'ía del pcca1Jo; es .póci–

ma

ó

bebedizo, que deja al hombre tan cnagenado y aosorto, que

no se acuerda sino de su salvacion; es fuego que cuciemle

é

infla–

ma con santos deseos;

y

abrasa el alma y alienta el corazon, qui–

tándole toda la tibieza

y

hielo. Es martillo, que

á

los pechos mas

duros que pedernal es quebranta

y

Jcsmenuza; es cuchillo, que con

la agudeza <le sus filos divide lo Lueno de lo malo; es espada Je

1los agudos cortes, que taja y corta por lo vivo: y finalmente es

semilla, de

dont.le

nace todo bien, y en quien estü cuauto oueno

hay en la planta. Toma una pepita de naranja, mira su peque11ez

y

fealdad, vuelve luego los ojos

á

un hermoso naranjo y considera

las raices, el tronco, las ramas, las hojas, la Oor de azahar, el

fruto,

y

que todo sale de la tal pepita, dorufo está en vi1:lutl totlo

aquel árbol;

y

pasa de ahí con la consiJeracion,

ü

un hombre vir–

tuoso, amigo Je Dios, y verüs que no hay naranjo Oorido, ni cnr–

gado delfruta tan Jimio y agradable. En él rcconoceds la virtud

santa de la caridad, con que se arraiga

y

fortiüca segun s:rn Pablo;

en él la fortaleza con que se sustenta; en él la calor

y

:il egre verdor

de la espera11za, la blancura lle la castida1l, el jaldre amarillo de la

mortificaciou

y

penitencia, el buen olor de

Jcsucri~to

y

el fruto de

mis obras buena¡;, ¿De Jónde nace tan gran perfecciou? De la se–

milla, que es la palalna de Dios, como el naranjo de la pepita.

Entró un gitanillo (de quien se hizo tlespues el gran .An touio),

y

oycudo cantar aquellas palaLrns de Cristo:

Si quieres serperfecto,

ve

y

vende todo cuanto tienes,

y

dato

á

los pobres,

y

vuetve

y

s·igue;

como si

á

él en especial se dijera, ven:lió sus posesiones,

diú

el

precio

á

los pobres, rctiróse al des ierto, donde imitó

á

los

santos rnonges, aprendiendo del uno la pacieucia, del otro el ayu–

no, de este la obediencia, de ª'lucl el sileucio, tlel devoto la ora–

c:on, del humilde el mrnosprcci o J e sí mi:sn10 , del penitc11te la as-

J