33G
TRA.TADU SESTO
•
CAPITULO IV• .
DEL SANTO SACRIFICIO DE LA l'lllSA.
Los que no hacen mas que as1st1r á
la
misa. con la presencia
corporal, son como la mula y el buey del nacimiento, que ven á
Dios
y
no le gozan; los que rezan sin atender á sus mis.terios, ape–
nas se puede decir de ellos que oyen misa , porque se privan de la
. memoria suavísima de la Pasion de Cristo nuestro Señor, de un gran
consuelo espiriLual, y <le la alegría <le su alma , del remedio contra
•
los peligros <le esta vida (1),
y
así se vuelven despues de habe1·
oido misa mas tibios de lo que fueron , y cansados de haber estado
allí aquel hreve espacio de tiempo. Pues ya, qué diremos de los
que cu vez
1le
llor:ir allí sus culpas, se cargau de otras mayores,
eslamlo la m:iyor parte de la misa <listrai<los, miran<lo
á
una
y
otra
parle, con injuria y desacato <le aquel
s::i~:ado
lugar, contaminán-
dolo con sus conversaciones, vistas, sefias, descomposturas y con–
ciertos, ojeaLHlo la caza, para despues seguirla y malaria, ó por lo
menos pensando en vanidades, hablando, é inquietando á los de-
m:is, estando en pie casi toda la misa, impidiendo descorteses
á
los
que están <letras; bostezamlo como si oyeran alguna vana y desabri-
<la represeulacion; enfadándose si
el
sacerdote uo es breve,
y
mur–
muraudo de él. Estos bien claramente muestran que oyen la misa
por cumplimiento,
y
no como hijos de Dios, pues en vez <le apla-
carle con su devocion, le provocan
á
ira
é
indignacion con el poco
temo1· y revereucia que tienen ante su Dios,
com~
si no creyeran
que el que allí está es el Señor del cielo y tierra, el Juez de vivos
y
muertos, doude la <levociou tlebe ser mayol', por ser mayor la
causa de ella, y no es bieu que estando allí millares <le ángeles
criados en gracia ,
y
confirmados en gloria, temblando, y arrodi–
llatlos, co11ocien11o que son nada en comparacion de aquella sobe-
rana l\Iajestad, la vil criatura le pierda el respeto,
y
no
le
haga ra
(1) llonav. iu Spct.:. p. 4. c.
~.
•