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'284

TllATAllO QUINTO

de provecho que dat· un pedazo de pan al que pel'cce de hambre.

Y no me digas, si eres docto, que este precepto no obliga, cuando

el pecador por sí puede aplicarse el remedio <le su daño; como ni

el dar limosna al que le sobra la hacienda '

y

se deja de su volun–

tad morir de hambre ; que él se está en su pecado, porque quiere,

y

puede salir de él cada

y

cuando que gustare; que él conoce su

mal estado

y

no tiene necesidad 1le que nadie se lo diga. A esto te

responde, que bien sabes que el pecaJo oscurece la luz de la razon,

y

que el pecador quetla como en tinieblas, sin echal' de ver su

daño, deslumbrado su entendimiento ; cuya luz, mas clara que la

del sol, se nubl a con los vapores gruesos que se levantan de la

tierra de nuestra carne ,

y

no le dejan ver el mal estado en que

es tá;

y

si lo ve, está enre<lado ,

y

preso con pegajosa liga, como

el pajarillo que ha caído en la red , lazo ,

ó

varetas ,

y

no tiene

fu erza,

ó

maña para librarse lle ellas. ¡Qué vista tan aguda tenia

David, pues penet.raba lo ma s secreto y oculto de la sabiduría divi-

11a,

y

sabia mas c¡ue to1los sus predecesores

!

.Pero levantóse el

vapor del apeti to c:.mwl, viendo

á

llersabé,

y

dcjóle tan ciego, que

110

vein, ni consi1l eraha, ni advertía su mal,

y

se despeñára en el

profundo abi smo , si el profeta Na than no 1e despertára, corrigiera,

y

alumlmíra para bien suyo y de todo el pueblo; porque sino acu–

diera al reparo

y

correcciou tle la tal cul pa, partici pa ra él,

y

todo

Is rael de la pena , cuando amonestado ,

y

conegiJo con el blando

aviso de Joah no le

Hlmil.i ó ,

y

por es

Le

pr.cado le mató Dios en

seis horas se tenta mil hombres .

Otros se escusa u lle hacer esta ohra J e caridad,

y

entre ellos

:1!guuos qu e tienen por oílcio

el

enseñar, y corregir en públi co, y

en secreto, eu co mu11

y

en parti cular;

y

dice11 c¡ ue el co rregir el Jia

de hoy , es gan ar enemigos ,

y

echar viuagre en el sa litre, sal en

h s brasas,

y

agua en la fra rrll a , y que

hay

pecado r, que aunque

le

muebn,

y

maj en , no le ha rán llej ar sn pecado , corno ni

á

Ja

cebada su paj a. l>ern dime tú , c¡ue tal 1Lces, si vieses que uu vi–

ll ano tl aba de bofe tadas

tu padre, ¿qué harias?

¿

Saldría ste afue–

ra por no ponerte rn al co11 el atrev ido viilano?

To

por cierto , sino

''olv rias por

la

!ionra <l e tu

parlre.

O

r1u c

uo lus ha contigo, ó que