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~82

TRlTADO QUlftTO

para que se levante

y

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se pierda. El caballero, que atento esta–

ba, viendo tan nuevo espectáclllo, quedó primero como fuera de sí,

mas luego, en un instante, se halló trocado, y lleno de santos de–

seos; córrese, con fúndese, siente sus culpas, teme el castigo, es–

pántase,

1~0

ya de lo que veia hacer

á

san Francisco Javier, sino

de Ja fealdad que ·en su alma descubría, póstrase en la tierra, pídele

la

disciplina, tómasela de las manos, y dícele: yo os vengaré de

mí, padre mio, pues es justo que baga esa penitencia quien tanto

ha pecado; vencisLes, no paseis adelante : aquí me teneis, confe–

sadme, reprendedme, castigadme. Confesóle el santo, y antes de

volver

á

la playa le puso en gracia de Dios; e-1 cual, viendo la bue–

na maña que se daba aquel su siervo en corregir

á

este,

y

á

otros

muchos pecadores, le mandó corregir

á

todo el Oriente. Si coufiára

de sí, bien tu viera que temer un hombre solo , flaco, pobre, des–

conocido, siu arrimo, ni favor humano; pero fue confiado en Dios

nuestro Señor, y surtió el efecto que todo el mundo sabe. ¿Quién

convirtió los emperadores, monarcas, reyes y príncipes del Japon?

¿Quién rindió los reinos

y

provincias de aquella gran monarquía?

¿Quién destenó de ella los ídolos, é hizo que aboneciesen sus dio–

ses, y adorasen el nuestro? ¿Quién acabó con los lascivos, que

dejasen sus deleites? ¿Con los avarientos, que diesen sus hacien–

das por amor de Dios? ¿Cou los desvanecidos, que no hiciesen caso

de las honras

y

dignidades? ¿Quién trocó las costumbres antiguas,

y

de humanas las hizo divinas? San Francisco Javier, fiado de Dios,

y

favorecido

y

pertrechado de su divino favor. Fia

del mismo

Señor, que te ayudará como

á

este santo, y como

á

l\foisé¡, que

se escusaba de corregir á Faraon , como tú al que tú te sabes,

y

oirás la

misrn~

respuesta: Yo iré contigo,

y

te ensefiaré lo que has

de decir. Vé, cumple este precepto de caridad , de quien es propio

esperar, creer y coHÜar.

¿

Parécete que estás desobligado de corregir

á

tu hijo,

á

tu yer–

no, ó

á

tu superior, ó

á

tu súhuito, porque es docto,

y

tú no?

¿Porque es juez, prelado, ó ministro de su rey,

y

sabe mejor lo

f~ue

debe hacer, q11e tú se lo sabrás decir.? Pues oye lo que Je pasó

á

Moisés, qne era el hombre mas sabio que babia en el mundo,

y