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Tfi,\TADO QUIN'l'O

que por no corregir á sus hijos, mmió él,

y

ella,

y

treinta mil ciu–

dadanos

(1),

y

el Arca del Testamento fue cautiva de los filisteos.

CAPITULO VII.

RESPÓNDESE

Á

ALGUNAS DUDAS Y OBJECIONES.

Dudas de las veces que has de corregir á tu ·prójimo, para

cnmplir en tu

ohligacion~

Oye lo que <lice san Juan Crisóstomo:

el leñador, que va

á

corta1· del monte una robusta encina, que ape–

nas puede abarcar,

y

rs dura como un acern, que le rebatirá los

golpes;

y

el cantero, que va

sacar de la cantería un gran sillar,

que hiriéndole con el pico, anoja centellas que bastan á abrasar–

lo, ¿en qué coufian? ¿En uno, clos, ó tres golpes? No, sino en

ciento,

y

en mil si son menester. ¿Es tu prójimo lascivo? Una du–

ra.encina que produce fruto de sensualidad. No pienses , que lo

has de derribar de un golpe, sino de muchos, corrigiéndole una

y

muchas veces. ¿Es una pirdra guijarreña, que al primer golpe de

la correccion echará centellas contra tí? No te espantes, vudve

á

dar otro ,

y

otrns muchos tientos, con palabras bajas , sufridas

y

amorosas, que son las que rompen pechos, aunque sean de piedra

1

que desg::ijan entrañas, aunque sean de un tronco de encina,

que encienden corazones de nieve; hálilalc con blandura,

y

caridad,

y

Ga que favoreciendo .Dios tu buena inlencion, le curtarás el hilo

de su mala vida, aunque gastes en tan justa demanda un al'ío ; y si

no pudieres convencedo en este tiempo, entonces po1lrás llamar

quien te ayude, escogiendo una

ó

dos personas de las mas graves

que supieren su pecado,

y

si no hay quien lo sepa,

y

temes que le

dañará el aviso <lelante de quien

110

lo sabe, desobligado eslás de

hacer esta limosna. Dc:jalo,

y

encomiéndalo

á

Dios, en cuyas ma–

nos están los corazones de los hombres, rogándole lo convierta;

mas si juzgas que le aprnvechará , ohligacion ti enes

á

corregirle de·

lante de una, ó de dos personas prudentes

ó

temerosas de ·Dios,

(f)

f.

nurn. 2.