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I)E LA. LIMOS lU..

281

que miren por la honra,

y

bien espiritual del tal, aunque no lo se–

pan,

y

el delito sea muy secreto,, porqne confuso se enmiende,

y

viva con mas recato.

¿No te atreves

á

concgir por falta de' valor, y confianza del

sut.:eso? Yo te ruego, que no seas f:í cil en desconfiar Je la enmien–

da de tu prójimo; antes debes con!lar del divino favor,

y

entender

que te manda conegirle, el que mandó

á

san francisco Javier,

que fuese

á

conegir al otro caballero, bien conocido por su nobleza

y

cargo, pero mas por sus malas costumbres,

y

peor modo (le pro·

ceder; embarcóse con él el santo en Cochin, para Cambaya,

é

hí–

zose su camarada, imitando al Set'ior, que admitía la mesa de los

puLlicanos y pecadores, para convertirlos,

y

estimaba el otro la

familiaridad del santo, por la razon de estado y propia reputacion,

y

tambien por la santa,

y

apacible conversacion del pa<lre,

y

á

las

palabras de Dios, no da oi<los, ni

á

los recuerdos de la eternidad,

como si no la creyera. Cuando le iba

á

la mano en algo

(y

ern me–

nester hacerlo

á

menudo) se mostraba mal sufrido, poco capaz,

grosero

y

descortés. Pues ya si le hablaba, eu que se confesase, la

respuesta era jurar obstinada

y

furiosamente, que 11i entonces ni

nunca se hahia de confesar. No se ofendía el santo, ni mudaba su

apacible

semblante~

y

aunque parecia hombre sin remedio,

á

todo lo

da la caridad,

y

el sufrimiento. Desembarcaron ambos en Canór,

y

fuéronse mano

á

mano en buena conversacion, paseando por un

palmar adelante, hasta donde ninguno de los q11e cou ellos iba les

pudiese ver:

y

entonces vió el cielo al .santo hincado de rodillas

á

los pi• del pecador,

y

que con una disciplina de rosetas se heria

.fuertemente las espaldas desnudas: resonaban los golpes por todo

el palmar, saltaba la sangre al rostro de aquel por quien se dena–

maba, acompañáhala el santo con bgrimas, con suspiros, con unas

palabras tan tiernas, que al caballero no le admiraba menos lo que

oia que lo que veia: por vos, <lecia, hago esto,

y

es

t1aJa

para lo

que haré por la enmienda ,

y

p~rdon

de vuestros pecados; cuánto

mas le costásteis

á

mi buen Jesus : Señor mio, poned los ojos en

vuestrn preciosa sangre,

y

no en esta rnia, que es tle un grnlllle pe–

cador: dad luz

á

esta vuestra alma para

1p1e

se vea, <ladle la mílno

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