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' ~97

DE

LA

SANTÍSIMA ViRGEN. --

san Juan, que la tenia consigo

y

la miraóa siempre como

á:

su querida madre, la llevó á Efeso. No se sabe er tiem–

po

- ~~o

que se detuvo en esta

ciuda~;

pero es cierto que

vol~10

á Jerusalen antes de su preciosa muerte. · ..,

·

Tada la vida de la santísima Vírgen, especialmente

despues de la gloriosa ascension de Jesuc,risto á los cielos,

no fué otra cosa que una contínua oracion

y

una un ion ín–

tima con Dios; la que .no fue jamás interrumpida por ac–

cidente alguno en todo

el

tiempo que vivió esta incom–

parable Vrígen. Pasó todos sus dias en un dulce retiro;

su corazon estaba siempre en los cielos, en donde

~staba

su

tesoro,

y

abrasada continuamente en .el mismo fuego que

abrasa á los serafines. No se duda que comulgaria todos

los dias; porque iCÓmo era po ible que una alma tan pu–

ra

y

tan santa fuese privada de aquel pan de los ángeles,

que era el alimento sagrado

y

diario de los fieles en aque–

llos primeros días de la

Iglesia~

Es cierto que cada co–

munion iba acompañada de un éxtasis, que n0 la dexaba

nada que envidiar

á

los que estaban ya en la mansion de

los bienaventurados. Todos los fieles recurrían á élla en

sus necesidades espirituales;

y

no se duda que los mismos

apóstoles la . consultarian frecuentémente'

r

se aprove–

charian de sus luces sobrenaturales; esto es lo que movió

al sábio Idiota á decir, que María enseñaba á los docto–

res,

y

que era maestra de los mismos apóstoles:

Doctri–

cem

doctorum, magistram

apostólorum.

Talis fuit Maria,

dice san Ambrosio,

ut ejus unius

vita

·Omnium sit

disciplina.

María santísima no fue como

ciertas almas escogidas , en quienes vemos relucir solo

ciertas virtudes

,.·á

las que se limitan,

y

en las que consist e

todo su mérito. Estudiemos la vida de la Madre de

Dios,

y

hallarémos que es una leccion universal de todas las vir–

tudes

y

para todos los estados: arreglando nuestra con–

ducta por la suya, aprenderémos á ser fieles

á

Dios,.

á

ser

eguitativos hácia el próximo,

á

amar la pureza,

y

á vi–

vir con una grande inocencia: aprenderémos

á

amar

á

Dios sobre todas las cosas,

á

aborrecernos á nosotros mis-

1nos, á ser humildes, modestos, obedientes

y

devotos.

Los padres

y

madres a prenderán á gobernar

y

reglar

sus familias,

y

á criar

sus

hijos cristianamente; todos,

en fin ,

apr~nderán

amar

á

Dios

y

á aborrecer

al mun-