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DE LA SANTÍSIMA VÍRGEN.

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corazon sostener por mas tiempo sus esfuerzos, abrasa ..

do y consumido con aquellos divinos ardores, terminó sin

dolor la mas pura

y

la mas santa de todas las vidas. La

santísima Vírgen, abrasada en el fuego del amor divino, no

vivió sino por milagro, segun el pensa1niento de san Ber–

nardo, y solo cuando cesó este milagro, acabó sus dias.

O

la

santísima Vírgen no debia morir, dice san lldefonso,

ó

si babia

de morir, babia de ser .de amor.

§.

XXVIII.

Muerte feliz de la santísima

Vfrgen.

Sucedió esta preciosa muerte en Jerusalen en casa de

María, madre de Márcos, en donde estaba hospedada.

Informada la santísima Vírgen del dia

y

hora en que ha–

bia de dexar la tierra para

ir

á

vivir eternamente en el

cielo, lo hizo saber

á

los fieles que estaban en Jerusalen.

Esta nueva los afligió' ; porque, en fin , des pues de la

as~ _,

cension del Hijo de Dios, María, madre de Dios, era to–

do el consuelo de la Iglesia. San Juan, feliz depositario

de este tesoro, no la dexaba un punto; antes bien procura–

ba mas que nunca hacer con élla todos los oficios que el

~

mas amante de todos los hijos podía tributar

á

la mas que–

rida de todas las madres. Estaba entada María en una pe–

queña cama, desde donde .ccrnsolaba

á

todos los fieles que

estaban presentes,

y

á

quienes teni a inconsolables el pensa–

miento de una separacion tan amarga. Aseguróles que asi

como Jesucristo era su soberano

y

todopoderoso media...:.

dor con el Padre eterno, así élla sería su soberana

y

todo–

poderosa mediadora

y

abogada con su hijo en la feliz man·.

sion de

la

gloria.

~

·

Mientras que toGios los fieles se ·apresuraban por

ir

á

recibir su última bendicion, se viéron 11egar

á

la sala..

por un prodigio de que sola la santísima Vírgen sabia el

secreto, todos los apóstoles, menos santo Tomás ,

y

tam–

bien algun

s

de los discípulos que estaban espa rcidos por

el mundo; los cuales se encontráron transportados mila–

grosamente

á

la sala donde estaba la Vírgen, para tributa r

los últimos obsequios á la Madre de Dios,

á-

la cual hon–

raban

y

amaban todos como á su querida madre. San