173 / 404
SEÑOR NUESTRO.
lo dices , respondió Jesus; pero es en el sentido que
te he dicho : he nacido
y
he venido al mundo para dar
testimonio de la verdad; y cualquiera que está de parte
de la ve rdad, oye mi voz.
.
Oi<l as estas respuestas de Cristo tan concertadas , co–
ligió de éllas Pilato, auoque pagano, que en aquel hom- ,
bre habia alguna cosa de divino. Preguntóle por ulti–
mo :
i
Qué cosa es
verdad~
Pero como si hu hiera temi:–
do sabe rlo, sin aguardar respuesta se volvió á los ju–
díos ,
y
les dixo : Yo no hallo en este hombre causa
alguna para condenarle.
A
este tiempo la muger de Pi–
lato le envió un recado, didéndole: No te metas en
l a causa de ese hombre justo, porque en un sueño, que
he t.enido esta noche, me han representado muchas co–
sas tocantes á él. Muchos santos padres atribuyen este
sueño al demonio, que empezaba _ya
á
temer que Je–
sucristo fuese verdaderamente Hijo de Dios, y por
con~
sigu.ient~
el Mesías, que con
s~
muerte babia de rediL?Ü"
al lrnage humano. Como quiera que fuese, convencido
Pilato de su inücencia, estaba resuelto
á
remitirle ple–
namente absuelto. Advirtiéronlo los püntífices
y
los an–
cianos ,
y
esto les hizo pedir su muerte con mayores ins–
tanci as. Debe ser condenado
á
muer te, gritaban , como
un perturbador de la quietud públ ica
1
y porque ha
tre~
años no cesa de enseñaF máxín1as pern iciosas desde Ga–
lilea hasta Jerusalen. Estas pretendidas pernici-osas má–
ximas eran la pura ley de Dios,
y
se reducian
á
que
. descubria su hipocresía,
y
condenaba . la corrupcion de
sus costumbres ; y como esto incümodaba á su amor pro–
pio
y
á su soberbia , no tenian otro modo de vengarse de
él, que diciendo era un sedicioso.,
y
que enseñaba unas
máximas perniciosas al ·estado
y
á
la religion.
· ·
§.
LVI.
J esucristo enviado
á
Herodes,
y
vuelto
á
envi ar
á
P ilato; quien, aunque persuadido de
la
inocencia
del
Salvador, le
hace cruelmente
azotar.
O
yendo Pilato habla; .de Galilea , creyó haber halla-