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SENOR NUESTRO.
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ría puesto en venta, que serí::i vendido en trei_nta mone–
das de plata,
y
que con este dinero se comprana el cam–
po de un ollero.
§.
LV.
Jesucristo en casa de Pilato
,
quien le declara
inocente.
L1ev~ron,
pues, al Salvador con las
m~nos
atadas co–
mo un reo de estado de. casa de Cayfas al
~pretorio,
es–
to
es, al
palacio del gobernador. Habíase extendido por
la ciudad desde el dia antecedente el rumor que los doc–
tores de la ley , los príncipes de la sinagoga y los ma–
gistrados habian en fin descubierto que aquel Jesus,
á
quien hasta entonces habian mirado -como
á
un santo
y
como
á
un hombre enviado de
Dios
,
era un impostor
y
un falso profeta; que todo cuanto babia obrado de
estupendo y de milagroso babia sido un puro embauca-
1niento; que era un hechicero
y
un mágico; que solo
echaba los demonios por obra de Belcebub,
y
que por
la
misma virtud babia hecho todos los otros milagros.
Este falso rumor, que se babia tenido gran cuidado
de
esparcir desde la tarde antecedente, y que se tenia cui–
dado de darle cuerpo con todo género de falsedades
y
de
calumnias; este rumor, digo, hizo .una extraña
im–
presion en todos los espíritus; de suerte, que toda la
buena opinion y veneracion en que el pueblo le habia
tenido hasta entónces, se convirtió
en
horror, en execra–
cion y en rabia; y esto fue lo que hizo gritar
Tolle,
to-lle,
á
aquellos mismos que tres dias antes habian
gri–
tado
Hosanna in excelsis.
Habiendo visto Pilato á Jesus en
figura
de reo, sal ta
de su dosel ,
y
va
á
preguntar á los judíos, por
qué
de–
lito le pedian la muerte de aquel hombre. Ellos le res–
ponden en general : Si no
fuer~
malhechor no te pedi–
ríamos su muerte. Díxoles el Gobernador: J uzgadle, pues,
vosotros mismos segun vuestras leyes
y
vuestras costum–
bres; pero é1los le replicáron , que no les era pern:>itido
matar
á
nadie. Todo esto no era otra cosa sino cum –
plirse lo que Jesus había predicho
á
sus apóstoles; que