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VIDA· DE CRISTO

una tropa de hombres viles

é

infames,

y

la mayor parte

criados de los fariseos

y

del sumo Sacerdote, teniendo

por su capitan al traidor

J

údas. Este apóstata , sa

b~en­

do lo mucho que amaban al Salvador sus discípulos, te–

mía no saliesen

á

la defensa,

y

se le quitaran de sus

- manos, ó que aquellos perversos, no conociendo al Salva–

do.r, especialmente siendo de noche , se equivocasen

y

prendi0sen

á

algun ótro; y así les babia dicho que

tuvie~

sen cuidado de prender al que él besaría, y que le llevasen

con mucha precaucion. Luego que el traidor se ·adelantó

hácia Jesus, y llegó junto al Salvador, le dixo: (

Luc.

122. )

Maestro, Dios te salve,

y

le besó. Jesus se contentó con

decir le:

.Amigo,

i

á que

has

venido? Júdas,

¡con un

beso

entregas al Hijo del hombre!

La sola presencia de Jesucristo hizo tal impresion

so–

bre aquella canalla, que quedáron todos inmobles. Cono–

ciendo el Salvador su terror, les dixo con aquel ayre de

magestad,

y

con aquel tono de Señor que hace temblará

todo el infierno:

iA

quien

buscais~

A

Jesus Na'zareno, res–

pondiéron éllos: Yo soy, les dixo Jesus ; queriendo hacer–

les ver que él mismo se entrega voluntaria.mente

á

la

muerte. Lúego que Jesus les hubo dicho, yo

soy,

fuéron

s.obrecogidos de un terror tan grande, que retrocediéron

y

cayéron en tierra de cerebro; tanta verdad es, que ba–

xo la figura de esclavo

y

la condicion de hombre no po–

día Jesus dexar de hacer ver, ó

á

lo menos sentir que era

el

Hijo de Dios.

Habiéndoles hecho levantar, les dixo, que pues

él

era

á

quien buscaban, executaran sus órdenes ; que po–

dían habe r excusado venir con espadas

y

lanzas

á

pren–

derle como

á

un ladran, cuando siempre se babia pre–

sentado en público entre éllos sin armas

y

sin defensa.

Pero añadió el Salvador: Esta es vuestra hora y el po–

der de las tinieblas;

al

presente todo les es permitido

á

las potestades del infierno: el demonio tiene licencia

para exercer sobre mí todo su furor por el ministerio de

los que se gobiernan por su espíritu

y

son sus esclavos.

Viendo Pedro que iban á prender á su buen Maestro, se

puso

á

defenderle,

y

dando contra el primero que en–

contró (era éste uno de los criados del sumo Sacerdote,

llamado Maleo) le cortó !a oreja

de una

cuchillada.

El