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-

VIDA DE CRISTO

bres (

M atth.

26.)

~

No hablaba así Júdas, añade el

sa–

grado Historiador , por compasion

á

los pobres, sino por–

que era un ladron,

y '

como estaba encargado del bolsillo

comun en que se echaban las limosnas que les daban para

sus necesidades,

y

para repartirá los pobres, hubiera que–

rido coger el precio de aquel bálsamo para satisfacer su

avaricia. Viendo el Salvador que algunos, aun de sus dis–

cípulos, parecía desaprobaban lo que María acababa de

hacer en obsequio suyo, aunque esto se practicase de or–

dinario en los convites entre los judíos, tomó por· su cuen–

ta la defensa de la Magdalena, é hizo su elogio.

i

Por qué

contristais á esta .muger? les dixo: lo que acaba de hacer

es una obra n1uy buena; embalsamando con anticipacion

mi

c!1erpo¿, ha prevenido

~l

dia de mi sepultura. Nunca

os

faltarán pobres con quienes podais ser caritativos, siem–

pre los habrá entre vosotros; pero no siempre me tendréis

mí visiblemente s9bre la tierra;

y

os añado, que lo que

M a ría acaba de hacer, será pu blicadó y alabado en

cuan~

tas partes sea predicad,o 1ni evangelio. Habiendo sabido

muchas :personás de Jerusalen la llegada de Jesus á Betá–

nia, vinieron

á

verle, y á verá Lázaro, á quien habia resuci–

tado; todo esto inflamó la bílis de los príncipes de los sacer–

dotes

y

de los fariseos, tanto, que pensáron en quitarle

la vida á Lázaro, porque su resu rreccion era una · prueba

la

mas incontéstabie

de la

divinidad de Jesucristo,

y

le

atraía todos los días nuevos discípulos.

·

Al otro dia partió Jesus de Betánia;

y

luego que es–

tuvo cerca de Betfagé, aldea situada

á

la falda del mon–

te

Olive~e

.,

á

1nedia legua de Jerusalen, dixo

á

dos de

sus discípulos

(

Matth.

2r.);

Id

á

ese lugar que está de–

lante de vosotros, encontraréis una' jumenta,

y

junto

á

élla 'su pollino, en el que .todavía no ha4'hontado nadie, de–

satadlos,

y

traédm·eios;

'y

si alguno os preguntare qué es

lo que vais

á

hacer, responderle solamente, que el Señor

los .necesita. Todo esto se hizo, dice el Evangelista,

á

·fin

'lue cuanto habia: sido predicho del Mesías, se cumpliese,

y

en

particular esta expresi.ondel profetaZacarías

(Zach.

9.):

D ecid

á

la

hijá de Sion; est_o es,

á

Jerusalen: he aquí

á

tu

Rey, que viene

á

ti lleno de mansedumbre, montado

en u"na

jumenta, y en el pollino de la que

lleva

el yugo.

Los discípulos

obedeci~ron

puntualmente al Maestro;

y