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SENOR NUESTRO.
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berle querido recibir cuando te visitó como Salvador
y
co–
rno Padre. Con estas palabras hace ver claramente Jesu-
1
cristo, que era mas sens.ible á las calamidades de Jerusalen,
· que á lás aclamaciones que daba aquella gente. A su lle–
gada se conmovió toda la ciudad,
y
todos preguntaban:
i
Quién es éste? Las turbas que le acompañaban, respon–
dian : Qué
i
no sabeis que es Jesus de Nazaret, aque
1
gran
profeta
tan
poderoso en obras y en
palabras~
No fuéron
solo los judíos los que mostráron las ánsias que tenian de
saber quién era.
Algunosgentilesdelosque habían ido
á
Jerusalen
á
ado–
rar á Dios el dia de la fiesta , no mostrároa ménos deseos
de verle: es posible que estos gentiles eran la mayor par–
te prosélitos, que pensaban abrazareljudaismo, ó á lomé–
nos que creían
y
adoraban un solo Dios. Encamináronse
desde luego á Felipe, manifestándole-el deseo que tenian de
verá Jesucristo. Felipe se lo dixo
á
Andres,
y
entrámbos
se lo dixeron
á
su Maestro. Jesus, que se preparaba á mere–
cer con su muerte la salvacion de los gentiles, no ménos
que la de los judíos, respondióá los apóstoles que habia.Jle–
gado la hora en que iba
á
ser glorificado;
y
que como el
grano de trigo no fructifica sino despues de haber muerto
en la tierra en donde ha sido arrojado, á este modo su 1nuer–
te sería semilla de una abundante mies : que los fieles, que
serian el fruto de su muerte, ªRrenderian
á
imitacion suya
á
aborrecer su vida en este mJtiélo,
á
fin ·de conservarla
para el ótro; y que caminando sobre sus huellas, llegarian
á
la mansion de los bienaventurados.
. Queriendo el Salvador prevenir el pensamiento quepo–
drían tener algunos de q4e .1as humillaciones
y
la muerte
nada habian tenido de amárgo"y de terrible para él: que
siendo Dios halbria embotado las puntas del dolor,
y
disi–
padótodos los terrores de la·múerte, quiso sentirlos
y
ex–
perimentarlos,
y
esto sin ádmitir alivio: para ello excüó
voluntariamente en su alma una agitacion tan viva, que le
obligó
á
decir (
Joan.
12.):
Mi espíritu está conturbado;
i
qué
diré~
Padre mio, líbrame de esta hora. Luego, como
para serenarse
á
sí mismo, añadió: Peró para esta hora' vi–
ne al mundo:
La
turbacion que el Salvador manifiesta aquí
á vista de su pasion, le era enteramente libre, como tam–
bien la que inanifestó pocos dias despues en el huerto de las