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VIDA DE CRISTO
sin duda , decir con esto , que ademas de su cu racion , su
agradecimiento
á
su Salvador le había merecido la gra–
cia de ser su discípulo.
Los saduceos, hereges judíos, que no creían la resu–
rreccion, pensáron em.brollar ·y confundir al Salvador, ha–
ciéndole una pregunta capciosa (
Matth.
22. ).
Maestro,
le dixéron:
l.!
na muger que hubiese tenido sucesivamente
siete maridos, ide cuál de los siete será al tiempo de la re–
surreccio1n~
Andais errados, les respondió el Salvador, te–
niendo la misma idea de la otra vida que de ésta; en
la
re–
surreccion no habrá ni maridos ni mugeres, sino que únos
y
ótros serán como los ángeles de
Dios
en el cielo.
§.
XLII.
Resucita Jesucristo á Lázaro.
Entre todos los milagros que hizo Jesucristo, se puede
decir que no hubo ótro, ni mas es tu pendo, ni que diese
mas golpe, ni que hiciese mas ruido que la resurreccion
de Lázaro.
.
Era Lázaro un hombre de distincion entre los judíos:
vivia en Betánia, aldea de la Judea, . cetca de Jerusalen,
con sus hermanas Marta
y
María, discípulos todos tres
del -Salvador, el cual amaba
á
esta
~ant.a
familia,
y
se
babia hospedado algunas veces en su casa. Habiendo
Lá–
zaro caído enfermo de peligro, sus hermanas se lo avi–
sáron
á
Jesus por un propio, enviándole
á
decir solarnen–
te:
Que aquel
á
quien amaba estaba enfermo (Joan.
11. ).
Recibida la noticia, respondió Jesus, que aquella enferme–
dad no era de muerte, sino para gloria de Dios,
á
fin
.que el Hijo de Dios fuese por élla glorifica9.o. Detúvose to–
dq.vía dos días en el mlsmo lugar , el que se cree era Be–
tábara; al cabo de los dos dias, dixo
á
sus discípulos:
Volvamos
á
la Judea.
i
Cómo, Señor, le dixéron, ha tan
poco que los judíos te querian apedrear,
y
quieres vol ver
á
un país en donde no desean sino perderte ? Dióles
á
en–
tender Jesus, que nada se emprenderia contra él, sino
cuando
él
lo permitiera. Díxoles despues: Nuestro amigo
Lázaro duerme; pero voy á despertarle.
Si
duerme, res-