![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0138.jpg)
·VIDA DE CRISTO
mo,
una muger
que de diez monedas de
plata
que
tenia
ha perdido úna,
i
no enoiende úna luz, no barre la casa,
y
la busca con cuidado hasta que la encuentra;
y
habién–
dola encontrado, no salta de gozo por haber encontrado
lo que habia
perdido~
Así os digo, añadió el Salvador,
que ha
y
en el cielo un particular gozo en la conversion
de un solo pecador.
Otra parábola propuso Jesucri sto
á
sus discípulos, en
que les dió una leccion ca paz _de confundir la avaricia de
los fariseos, así como había confundido ya su orgullo
y
su envidia: dixo, pues,
á
sus apó toles,
que
un hombre
rico tenia un mayodomo,
á
quien hizo venir
á
su pre–
sencia para que le di e ra cuenta de
su
administrac;:ion,
y
para quitarle su empleo por las quejas que le daban so–
bre su mal proceder. Viéndose el mayordomo á punto de
ser reducido
á
mendigar, para tener donde recu rrir, si
acaso le quitaban su empleo, pensó en llamar
á
todos los
deudores de su amo, úno despues de ótro,
y
remitirles
parte de sus deudas, permitiendo al que debia cien ba–
rriles de aceyte, que cogiera su obligacion ,
é
hiciera una
de cincuenta: al que debía cien inedidas de trigo, que
hiciera una de ochenta,
y
así de los demás. Quiso Jesu–
cristo enseñar á sus discípulos á imitar no la injusticia,
sino la astucia
y
la industria de este mayordomo, dán–
doles á entender,
y
diciéndoles: cuánto mas industriosos
y
báb'iles son los hijos del siglo en sus negocios tempora–
les., que los hijos de la luz; esto es, que los fieles en el
importante negocio de la salvacion. Encárgales despues
que sean fieles y puntuales observantes de los menores
preceptos, haciéndoles conocer que en esta fidelidad ea
las cosas menores, es
en
lo que suele consistir la mas
só–
lida eminente virtud.
Añadió despues el Señor que el mundo estaba lleno
de
·escándalos: que era necesario que los hubiese; pero que
infeliz de aquel por quien sncederia el escándalo: que el
cuidado que debemos tener de apartarnos de todo lo
que
puede sernos un motivo de escándalo, no debia apagar
en el corazon la caria. ad que debemos tener á las perso–
nas que los causan; sobre lo cual dió
á
sus discípulos ex–
celentes regl as para corregir al que hace nial,
y
para per–
donarle
la
injuria
que se
ha
recibido
de él. Si tu
herma-