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·VIDA DE CRISTO

mo,

una muger

que de diez monedas de

plata

que

tenia

ha perdido úna,

i

no enoiende úna luz, no barre la casa,

y

la busca con cuidado hasta que la encuentra;

y

habién–

dola encontrado, no salta de gozo por haber encontrado

lo que habia

perdido~

Así os digo, añadió el Salvador,

que ha

y

en el cielo un particular gozo en la conversion

de un solo pecador.

Otra parábola propuso Jesucri sto

á

sus discípulos, en

que les dió una leccion ca paz _de confundir la avaricia de

los fariseos, así como había confundido ya su orgullo

y

su envidia: dixo, pues,

á

sus apó toles,

que

un hombre

rico tenia un mayodomo,

á

quien hizo venir

á

su pre–

sencia para que le di e ra cuenta de

su

administrac;:ion,

y

para quitarle su empleo por las quejas que le daban so–

bre su mal proceder. Viéndose el mayordomo á punto de

ser reducido

á

mendigar, para tener donde recu rrir, si

acaso le quitaban su empleo, pensó en llamar

á

todos los

deudores de su amo, úno despues de ótro,

y

remitirles

parte de sus deudas, permitiendo al que debia cien ba–

rriles de aceyte, que cogiera su obligacion ,

é

hiciera una

de cincuenta: al que debía cien inedidas de trigo, que

hiciera una de ochenta,

y

así de los demás. Quiso Jesu–

cristo enseñar á sus discípulos á imitar no la injusticia,

sino la astucia

y

la industria de este mayordomo, dán–

doles á entender,

y

diciéndoles: cuánto mas industriosos

y

báb'iles son los hijos del siglo en sus negocios tempora–

les., que los hijos de la luz; esto es, que los fieles en el

importante negocio de la salvacion. Encárgales despues

que sean fieles y puntuales observantes de los menores

preceptos, haciéndoles conocer que en esta fidelidad ea

las cosas menores, es

en

lo que suele consistir la mas

só–

lida eminente virtud.

Añadió despues el Señor que el mundo estaba lleno

de

·escándalos: que era necesario que los hubiese; pero que

infeliz de aquel por quien sncederia el escándalo: que el

cuidado que debemos tener de apartarnos de todo lo

que

puede sernos un motivo de escándalo, no debia apagar

en el corazon la caria. ad que debemos tener á las perso–

nas que los causan; sobre lo cual dió

á

sus discípulos ex–

celentes regl as para corregir al que hace nial,

y

para per–

donarle

la

injuria

que se

ha

recibido

de él. Si tu

herma-