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SEÑOR NUESTRb.
. 125
no t e ha ofendido, les dixo, vele á buscar
y
amonésta-
,
le
con ag rado ,_sin que haya presente otro que tú
y
él
para ganarle,
s1
puede ser, con
un
modo tan lleno de
,ca ridad
y
de
prudencia; pero si_ la correccion secreta
no le sirve de nada, es bueno reiterarla del ante de dos
ó
tres personas prudentes y discretas; y si todavía esto
no alcanza , díselo á los superiores,
y
denúnciale á la
-Iglesia ;
y
si acaso no escucha tampoco la voz de la
lgl esia, mírale como á un infi el
y
un excomulgado. So–
bre lo cual , habi éndole preguntado san Pedro cuán t_as
veces debia perdonar las injurias que le h iciesen , le
¿ ¡..
xo J esus que cuantas veces le injuriaran, ot ras tantas
de~
bia perdona r á quien le injuriase: N·o te digo, añadió el
Salvado r ,_que se debe perdonar hasta siete veces, sino
hasta setenta veces siete; esto es, cuantas veces recibas
una
inju r ia. Estas dos expresiones no significan uh
núme–
ro determinado. -Preguntaba
san
Pedro, si un hombre
á
quien se ha perdonado muchas veces, se hacia indigno
dél perdon cuando
~volvia
á injuriar de nuevo; pero
Je-..
s~cristo,
quiere que perdonemos siempre que
nos
inju–
riaren.
Pasando Jesus por una caser ía, vió venir hácia
sí.
diez leprosos, los que habiéndose parado léjos de él , gri–
táron :
J esus-, Maestro, Maestro, t ened misericordia de
nosotros.
Mandóles el Salvador que fuesen á p_resentarse
á
los sacerdotes: obedeciéronle;
y
yendo
á
presentarse, se
·hall áron limpios. Por las
palabra~
que les · dixo Jesucris–
to les daba
á
entender bastantemente que curarian en el
camino, pues solo estando ya limpios debian irá presen–
tarse
á
los sacerdotes, á fin que éstos sentenciasen sob're
su curacion.
U
no de éllos, que era samaritano,
y
por con–
sigu~ente extr;ing~ro,
respecto de los
j~dfos,
yolvió luego
glonficando a D10s;
y
postrándose a los pies de Jesus
con el rostro en tierra, le dió mil
graci~s
porque le ba–
hía dado la salud. Queriendo Jesucristo hacer advertir
c_uá n d ifere nt e
er~ ~ara
con _él la conducta de los gen–
tiles de la de los JUd10s, le dixo al leproso :
i
No han sido
curados todos d iez? idónde, pues, están los otros
nu e ve~
N o
se ha encont rado entre éllos otro que este extrangero que
h aya vuelto á glorificar á
Dios .
Y encarándose
á
él, di–
·xo : Levánte,
y .
vete; tu fe te ha sal vado ; quer iendo,