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VIDA DE CRISTO
guen á Jesucristo,
y
viven segun su espíritu, sus consejos
y
sus máximas.
Como el número de los que creían en Jesucristo se
aumentaba cada dia, la envidia y el ódio de los sacer–
dotes, de los escribas
y
fariseos se inflamaba mas y mas
cada dia. Habiendo ido el Salvador al templo, la tomá–
ron otra vez con él los fariseos; pero bien presto que:...·
dáron confundidos (
Joan.
8 ). Habiendo dicho Jesus que
él era la luz del mundo,
y
que los que le siguen cami–
nan siempre con la luz
y
de dia, le dixéron los fariseos:·
Tú das testimonío de ti mismo; y así tu testimonio no
debe ser recibido. Respondióles Jesus: Aunque yo doy tes–
timonio ·de mí , mi testimonio es legítimo , porque yo sé
de dónde he venido, y á dónde voy ; peró vosotros no
sabeis ni de dónde he venido, ni
á
dónde voy: vosotros
juzgais segur_i la .carne; es decir,
v~sot~os
º?
co~sultai~
sino las apanenctai : vosotros no dais 01dos smo a vues–
tras pasiones en el juicio que haceis, y en el testimónio
que dais de los ótros. Yo doy testimonio de mí inismo,
porque sé quién soy,
y
·porque mi Padre, que me ha en–
viado, da tambien testimonio de mí por mis milagros,
y
por el poder que me da para hacerlos en confirmacion
de la verdad de mis palabras. ¿ Dónde está tu Padre , le
dixéron entonces los fariseos. Ni sabeis quién soy yo, ni
quién es mi Padre, -les respondió Jesus: si supiérais quién
soy
Y?,
.si. quisiérais
~er_idiros ~
las
p~;1ebas q~e
os
doy
de mi d1v101dad, sabna1s tamb1en qmen es·
m1
Padre, y
dónde está.
· Hizo el Salvador esta declaracion de su divinidad en
presencia de todo el pueblo , en. aquella parte del tem–
plo la mas frecuentada , donde estaban puestas diferentes
sillas
ó
tronos para recibir las ofrendas del pueblo, y que
por tanto se llamaba el gazofilacio,
ó
la tesorería. Los
escriba~.
y fariseos bien' hubieran querido prenderle; pero
no hubo quien se atreviese á poner en él la mano , dice
el Evangelista, porque no había venido aún el tiempo des–
tinado por él para su
pa~ion.