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VIDA DE CRISTO.
la viva contricion que tenia de su pecado, la dixo: Ni
y
te condenaré; vete,
y
no vuelvas
á
pecar mas. ¡O,
y
co–
mo esta conducta suave
y
caritativa del Salvador es una
bella leccion para esos duros
y
severos presumidos d
doctores que quieren siempre hacer baxar fuego del cie–
lo sobre la cabeza del pecador,
y
que ligan cargas tan pe–
sadas que no se pueden llevar;
y
las ponen sobre los hom–
bros de los ótros, al paso que éllos no quieren ni aun to–
carlas .con la punta del dedo! Cuando la pasion nos hace
obrar, no nos acobardamos tan fácilmente. Los escribas
y
fariseos habian sido abochornados por el Salvador; no
importa, vuelven todavía á la carga , y le pregunt an
maliciosamente á vista de una infinidad de gente·, si le
era permitido á un hombre divorciarse, ó repudiar á su
muger por cualquier motivo. El Salvador les responde que
el 1natrimonio era indisoluble atendida su institucion ,
y
que un hombre no podía repudiará su muger, fuera de en
caso de adulterio; y tomando de aquí ocas ion para hablar–
les del mérito de la castidad, ensalzó el precio, la her–
mosu
ra y las admirables ventajas de esta incomparable vir–
tud,
po.coconocida,
y
aun ménos estimada de los judíos;
pero
que sería bien presto amada y cultivada por los que
seguir.tan su doctrina: no todos añadió Jesus, coqJ pren–
den este
moral~
el hombre animal halla poco gusto en
las verdades puramente espirituales: la castidad
es
un don
de Dios; dichosos los que recibieren este don,
y
le con–
servaren toda su vida: el que puede comprender esto, aña–
dió, .compréndalo ; queriendo dar
á
entender con este
·modo de hablar, que la castidad no era de precepto, sino
solo un consejo , del cual
los
hombres .carnales eran poco
capaces.
, Estando en esto, se le acercó un jóven,
y
le di–
xo (
Matth.
19. ) : Buen Maestro,
i
qué debo hacer pa–
ra alcanzar
la
vida
~terna~
Guarda los mandamientos, le
respondió el Salvador..
i
Y cuales :Son
éstos~
replicó el jó–
ven. No matarás, le dixo Jesus, no 'cometerás adulterio,
no hurtarás, no levantarás falso testimonio, honra
á
tu
padre
y
madre ;
y
á mas de esto, ama
á
tu próximo co–
mo á
ti
mismo., y ya sabrás <:uánto debes amar
á
Dios.
Todos estos preceptos, resp9ndió el mancebo, los he
guardado desde mi juventud;
i
qué me falta todavía pa-