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SENOR NUESTRO.
105
. §.XXXV.
Mansedurnbre
de Jesucristo
con la
muger adúltera,
y
rnalicia de los judíos para hacerle odioso.
Habiendo echado en falso este lazo, le armáron ótro.
Como su designio era hacerle odioso,
y
convencerle de am–
bician, quisiéron llevarle
malicios~mente
á hacer un ac–
to de autoridad, que hubiera ofendido á todo el sanhedrin
ó
gran·consejo de los judíos,
y
á Jesucristo le hubiera
hecho en
su
opinion un reo de estado, lo que no hubiera
dexado de atraerle la indignacion del pueblo (
Joan.
8. ).
E stando Jesus un dia en el átrio del templo, los escribas,
de concierto con los fariseos, le lleváron una muger adúl–
tera que babia sido cogida en adulterio;
y
habiéndola
puesto en medio del congreso, dixéron al Salvador: Maes–
tro, se acaba de coger esta rnuger en adulterio: Moy–
ses, como tú sabes, nos mandó en la ley que la apedreá–
semos : ¿qué dices tú sobre
esto~
Hacíanle esta pregunta.,
tratándole para poderle acusar, añade el Evangelista; pe–
ro Jesus en lugar de responder, inclinóse,
y
se puso
á
es...
cribir con el dedo en la tierra. Se cree que lo que el Sal-:
vador escribía sobre el polvo, insinuaba á los acusadores
de la muger adúltera alguna cosa que debia hacerlos aver-–
gonzar,
y
en que éllos mismos se hallaban reos. Perseve–
rando los escribas
y
fariseos en su pregunta, enderezó–
se Jesus, y les dixo: El que de vosotros esté sin pecado,
tírela el primero la pi
edra; éinclinándose otra vez, con–
tinuó en escribir en la
tier.ra.Guardáronse muy bien los
acusadores ·de replica.r
: sin dúda quedáron tan corridos
y
avergonzados al ver lo queJesusescribia,y confundidos por–
los remordimientosde su propia conciencia, que se saliéron
todos sin decir palabra úno despues de ótro, empezando
por los mas ancianos; de suerte, que no quedáron sino Je–
sus·
y
la muger que estaba en medio de la gente. Levan–
tándose entonces Jesus,
la
dixo: Muger,
i
dónde están los ·
que te
acusaban~
i
Ninguno te ha
condenado~
Ninguno,
.Señor, respondió élla. Entónces
el
Salvador, conociendo