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104

VIDA DE CRISTO

ganza de Dios (

lbid.

21. ).

Un padre de familias, les dixo-,

arrendó su viña á ciertos labradores: llegado el tiempo de

recoger los frutos, envió sus criados á los renteros para

que recogieran los frutos de su viña; pero éstos, apode–

rándose

de

los criados, al úno le diéron de gol pes, al ótro

le

matáron,

y

á

los demas les ahuyentáron

á

pedradas.

Envió todavía ótros en mayor número que los primeros,

los que no fuéron mas bien tratados: visto esto, les envió

su propio hijo, diciendo: Quizá tendrán respeto á mi hijo

único; pero al verle los renteros, dixeron entre sí: Este

es el heredero; venid, matémosle,

y

nos quedarémos con

la viña; prendiéndole, le echáron fuera de la viña ,

y

allí le mataron. Cuando venga el señorde la viña, preguntó

Jesus

á

los judíos;

i.

qué hará con tales renteros? Respon–

diéronle: Les hará perecer miserablemente,

y

arrendará

su

viña

á

otros renteros que le paguen los frutos á sus tiem–

po-s. Los fariseos, que estaban presentes, conociéron de–

masiado q,ue esta parábola hablaba con toda la ·nadan:

comprendiéron asímismo que los gefes del pueblo, los es–

cribas, los fariseos, y los sacerdotes eran estos malos ren–

teros, á quienes el Señor babia confiado el cuidado de su vi–

ña: que los criados que el padre de familias babia enviado

en

diferentes tiempos , eran los profetas , á muchos de los

cuales les habian dado la muerte;

y

que el. hijo del padre

de familias era el mismo Jesus, á quien habían jurado

perder. Lejos de aprovecharse los judíos de esta leccion

.alegórica buscaron cómo echarle la mano; ·pero temiéron

al pueblo, el cual le miraba por lo ménos corno

el

mayor

de los profetas. Nada omitiéron desde entonces para ver

cómo le podian poner mal con el pueblo ó con el gocierno:

por todas partes y de todos modos le armaban lazos;.pre–

guntáronle en cierta ocasion si era lícito pagar el tribu–

to al César. Viendo Jesus

su

malignidad, les dixo: Hipó–

critas,

i

por qué me quereis sorp,render por medio de una

pregunta tan

capciosa~

Mostradme una pieza de

mo–

neda

y

habiéndosela mostrado, les preguntó Jesus,de quién

era la figura,

y

el nombre que estaba escrito alrededor de

la figura; Del César, le respondiéron. Díxoles entonces

Je–

sus: Dad, pues, al César lo que es del César,

y

á

Dios

lo que es de Dios;.

y

así curnpliréis con las leyes de la

j.us.

t~cia,

y con

lo que debeis

á entrámbos (

Matth.

z2. ).