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DESPUES DE

PENTECOSTES.

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vite<; de un rey equivalen á los preceptos; no ignoran que

el comer

á

la mesa del monarca es para éllos una grande

honra.

Por otra parte, el mismo rey no contento con haber–

les conviJado, les envia á decir con sus c ri ados , que to–

do e'itá pronto, que no tteuen mas que venir para asis–

tirá la boda. Los criados que les envia cumplen con su

comision; pero sorprendidos de no encontrar en los con–

vidados sino dic;gusto

é

indiferencia, les representa n el

daño que se hacen

á

í

mismos, y las tristes consecuen–

cia que pueden producirlec; el no aceptar el convite : les

ruegan, les instan,

y

nada omiten para obligarles

á

con–

currir; pero todo es en vano. Estos ingratos menospre–

cian, así el atento convite del príncipe, como las instan–

cias apreradas y fuertes de los criados; y para dar

á

en-..

tender aún mas bien el poco caso que hacen de un convite

tan honroso, úno se va

á

su granja, ótro

á

su negociacion:

Alius in villam, alius vero ad negotiationem.

Otros mas

brutales

y

mas fieros, no contentos con haber maltratado

de palabra

á

los que el príncipe les habia enviado para

convidarles, se echan sobre éllos como unos furiosos, y

los matan:

Et contumeliis affectos, occiderunt.

De pues que el Salvador hubo hecho ver de un modo

tan sensible hasta dónde puede ir la ingratitud y la in–

solencia de unos súbditos , que han olvidado el respeto

que le

es

debido

á

su soberano; quiso tambien mostrarles

la justa severidad con que el rey castigó una insolencia

tan atroz:

R ex autem cum audisset, iratus est:

Avisado el

rey de lo que había pasado, se irritó tanto, que entonces

mismo envió tropa con órden expresa de pasar

á

cuchi–

llo á todos aquellos moradores, y reducir

á

cenizas toda

la ciudad. El delito y el castigo de los culpables no hi...

cieron que el rey abandonara la boda de su hijo: Supuesto .

que la comida e tá dispuesta, dixo

á

sus criados ,

y

que

los que yo había convid· do los primeros se han hecho

indignos, id, recorred lo caminos, y convidad á la bo–

da á cuanto encontráreis. Executóse el órden puntualmen–

te. Convidaron

á

cuantos encontraron malos y buenos; y

bien presto se llenó la sala. Sabiendo todos que no se

debe así tir

á

una boda sino con un vestido decente, nin–

guno dexó de llevar el vestido de boda. Solo uno se des-