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DESPUES DE PENTECOSTES.

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feccion que el fervor. La pesadez ·del cuerpo, digámos–

lo

así, fatiga al espíritu; y la continuacion del trabajo

adormece el alma. Se combate con generosidad; pero cuan–

do se necesita velar continuamente para no ser sorpren -

didos· por un enemigo que ·no duerme , es muy dificil

que no nos cansemos : por eso debemos renovarnos con -

tinuamente en el espíritu ; y decir casi

á

todo momento

con el Profeta:

Dixi; nunc ccepi:

A toda hora renuevo

mi resolucion de ser de Dios,

y

los propósitos que he

hecho de servirle; y hago cuenta qµe empiezo desde aho–

ra

á

ser suyo y

á

servirle. Sin esta renovacion interior

bien presto se consume el espíritu de devocion, bien pres–

to se disipa y evapora, por decirlo

a~í;

y

estó es lo que

san Pablo encarga aquí

á

los fieles

d~

Efeso:

lnduite no–

vum hominem.

El hombre nuevo de que el Apóstol les

di–

ce que se vis.tan , es el hombre espiritual é interior , es el

hombre inocente, es el hombre nuevo, reengendrado por

las aguas del bautismo : es el mismo Jesucristo , que de–

bemos copiar en nosotros mismos por la pureza de nues–

tras costumbres y ta inocencia de nuestra vida; de suerte, .

que cada uno de nosotros pueda con verdad decir como

el Ap6stol: Vivo yo; pero ya no soy yo quien vive, sino

que es Jesucristo quien vive en mí:

Vivo ego, jam non ego,

vivit vero in me Christus.

No hay predestinado que no

copie en su persona este. divino original, ninguno que no

sea conforme

á

la imágen de este Hijo del Eterno Padre;

y-

como él mismo es la justicia y la santidad verdadera:

In

justitia et sanctitate veritatis,

es necesario que el

hombre nuevo , de que debemos vestirnos , no tenga una

justicia y una santidad aparente, sino una verdadera jus–

ticia interior, y una santidad verdadera. Dice san Pablo,

que debemos estar vestidos de dos virrudes que encierran

todas las ótras , las cuales son esenciales

á

e te Dios hom–

bre; pues Jesucristo es esencialmente santo

y

justo por su

persona divina; pero nosotros solo podemos estar como

vestidos de estas dos virtudes.

Propter quod deponentes mendacium, loquimini verita–

tem:

Por tanto, echando

á

un lado la mentira , hablad

verdad cada uno con su próximo; porque todos somos

miembr

s

t'rno de ótros :

Q14onia n

su•nus invicem membra.

Reyna demasiado el disimulo en el mundo para que se

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