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DESPUES DE PENTECOSTES.

291

del amo á quien ha serv.ido,

ó

es él mismo digno de lás–

tima? Ha ignorado lo que pasaba en el mundo:.

i

y cuán–

tos grandes ha

y

en el mundo que querrán un dia haber

tenido la misma

suerte~

.

Ochenta años pasados en el servicio del mundo icau–

san

tanto consuelo

á

la hora de la muerte?

i

Por ventu–

ra no son seguidos de ningun pesar, de ningun arrepen–

timiento? Son el objeto de la admiracion y de la vene–

racion de todos los fieles en todos los siglos. ¡Cosa ex–

t raña! ha mas de seis mil años que se demuestra esta ver–

dad por la fe , por la razon , por la experiencia ;

y

sin

embargo, no se quiere creer.

i

Debe admirarnos despues

de esto el que haya tantos infelices?

·

Señor, yo no quiero aumentar su número: estoy conven·

cido de que solo en vuestro servicio puedo ser feliz ;

y

así no quiero ya otro amo: toda mi ambician , todo mi

gusto le pondré de hoy en mas en serviros.

JA C U L ATO RIA S.

Quam magna mu!titudo dulcedinis tuce, Domine: quam abs-·

condisti timentibus te!

Salm.

30.

¡Qué dulzuras no gustan, Señor, los que te temen!

Melior est dies una in atriis tuis, super millia.

Salm. 83.

Un solo dia pasado en el servicio de Dios, es mas dulce

que mil pasados en cualquiera otra parte.

PROPOSITOS.

t

Propon firmemente no hablar jamás de la devo–

cion que no sea con respeto,

y

en términos que mues–

tren el aprecio que haces de élla: habla como del orí–

gen de nuestra verdadera felicidad. El enemigo de Jesu–

cristo

y

de nuestra salvacion ha introducido la falsa opi–

nion de pensar que cuesta mucho trabajo el ser devoto,

que el servicio de Dios es demasiado duro, que en él hay

muchos monstruos que domar,

y

que todo se hace

~on

sudor

y

con violencia. Este lenguage, el dia de hoy tan co–

mun, desaníma á muchas almas tímidas , mantiene á los

l ibertinos en sus desórdenes, es injurioso al amo

á

quien

servimos,

y

hace mas mal de lo que se cree.

Un

san Pa-

T

2