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68

DOMINGO

ENTRE

NAVIDAD

Mientras el heredero es párvulo, en n·ada se distingue

del esclavo, dice el Apóstol, pues depende de los tutores

y

curadores hasta el tiempo prefinido por su padre:

Usque

ad prcefinitum t empus d patre.

San Pablo intenta hacer ver

á

los judíos la di ferencia del estado baxo la ley escrita, del

estado baxo la ley de gracia. El estado de los judíos baxo

la ley antigua era un estado de temor-, un estado imper–

fecto, que solo debía durar un c_ierto tiempo, el cual tiempo

ya habia pasado : al contrario, el estado de la ley de gra–

cia es un estado exento de toda esclavitud, un estado es–

table superior

á

cualquiera otro, un estado perfecto

y

per–

manen~e,

que debe durar tanto como el mundo, y no tie–

ne otros límites que los de una dichosa eternidad. Para

hacer mas palpable esta verdad se sirve san Pablo de la

comparacion de un niño que está baxo de tutores que le go–

biernan

y

administran su hacienda hasta el tiempo deter–

minado por su padre. En este estado un niño, aunque es

dueño de todos sus bienes por el derecho de su nacimien–

to

!\~n

nada se diferencia de un esclavo; pues está baxo la

vohinrad de sus tutores. Este pupilo, segun los santos pa–

dres y expositores, es la nacion judía heredera de las ben–

diciones del Padre celestial por las promesas hechas

á

los

santos patriarcas del Testamento viejo: sus tutores, por

decirlo así, son la ley

y

los profetas. Este pueblo privile–

giado estuvo como baxo de la tutela de la ley y de los pro–

fetas hasta la venida de Jesucristo, que le emancipó

y

le

puso en.,libertad, librándole de la servidumbre de sus ob–

servancias legales , las cuales por su muchedumbre y su

calidad eran un yugo pesado. El designio de san Pablo es

persuadir

á

los convertidos, que la ley antigua no obliga

despues que Jesucristo ha venido á establecer la nueva, de

la cual no era aquélla sino preludio y preliminar. Los ju–

o.íos eran hijos de Abrahan , y por coflsiguiente herederos

de todos los bienes espirituales que Dios habia prometido

dar un dia á la posteridad de este Patriarca. Hasta que

hubo llegado este dia los miró Dios

y

los trató como

á

ni·

ñas que no son todavía capaces de entrar en goce de su

herencia. Cuando éramos pequeños, vivíamos con temo!,

con dependencia

y

sujecion, y éramos tratados como

ni–

ños ; solo se nos enseñaba aquello de que son capaces lo

niños : no se·nos -enseñaba sino los primeros elementos de