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DE ADVIENTO,
yo espíritu, cuyas máximas viene
á
destruir este divino Sal–
vador: señal de que no deseamos mudar de dueño: señal
en fin, de que nuestra salvacion se hace poco lugar en nues–
tro corazon. Esta y no otra es la funesta ca...,_usa de nuestra
indolencia, de nuestra frialdad, de nuestra lastimosa indi–
ferencia. Conocemos poco al Salvador ; no conocemos lo
que es, lo que puede, lo que merece, y aun menos nos co–
nocemos á nosotros mismos lo que somos, lo que merece–
mos por nuestros pecados, lo que debemos esperar de la
justicia divina. ¡Cosa extrafia! desterrados en un valle de
lágrimas, esclavos de un tirano, que es la causa de todos
nuestros males, tanto temporales como eternos, arrojados
de nuestra celestial patria, ni aun siquiera nos dignamos
pensar en aquél que solo puede ponerno$ en libertad, y li–
brarnos de
toda~
nuestras miserias. Es verdad que espera–
mos su venida; ¡ pero con qué indiferencia, y aun con qué
disgusto! La Iglesia ha tres semanas .que nos exhorta y nos
solicita
á
alegrarnos, y
á
confirmar en él, anunciándonos
1
su venida: está determinado el dia de su
nacimiento·~a
bemos que está cercano:
Prope est jam Dominus.
Viene
pa~
.ra dar fin
á
este destierro : viene para sacarnos de esta es–
pantosa esdavitud;
i
cuáles son nuestras impaciencias,
y
qué_es lo que hacemos para prepara1nos.á recibirle? ¡Buen
Dios,
y
cómo nuestra indolencia muestra bien la debilidad
...
y tibieza de nuestros deseos!
¡
y cómo esta tibieza de
nuestros deseos muestra lo ªRagada que está nuestra fe!
Y<!>, Señor, siento toda la iniquidad de esta
co~ducta;
pero vos no .me dais estas luces para dexarme mas tiem–
po en esta profunda é indigna soñolencia. Venid, Señor,
pues os protext'o que deseo con todo mi corazon que ven-–
gais: el cuidado con que voy á disponerme para recibiros,
probará·la santidad
y
el ardor de mis deseos.
J
ACUL AT OR1AS.
E xquisivit te facies
.mea:
faciem tuam, Domine, requiram.
Salm 26.
'
Señor , deseo con todo mi corazon que vengais , y me dis–
pondré para recibiros dignamente.
Veni, Domine
,
et noli tardare, ut salvos facias nos.
Eccl.
Daos priesa , Señor ,
y
venid
á
salvarnos,