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VIERNES PRIMERO

bre sus espaldas,

y

se fué con gran pasmo de todos los

circu ns tan tes.

.

Este milagro , que no era menos una prueba sensible

de la bondad d l Salvador, que de su poder, fue al pan–

to ce ·1surado por los judíos como una profanacio1r y un

..quebrantamiento de la ley, porque habia sido obrado en

e.l dia del sábado. Baxo esta falsa apariencia de piedad

con que coloreaban ordinariamente su odio

y

su envidia,

inquietaron al paralítico con el motivo de su curacion,

y

le hicieron un delito de su obediencia; verdadero carácter

del falso zelo, escrupuloso hasta el exceso sobre las ob–

servancias exteriores de la ley, al paso que fomenta en el

corazon las mas criminales pasiones,

y

alimenta un odio

mortal. El Hijo de Dios, dice san Mateo, es el Señor del

sábado, y

to<::aba~

á

la sabiduría del Salva-<dor, dice el

abad Ruperto, hacer que sus milagros, que eran una

prueba ·de su divinidad, fuesen conocidos en

Jerusal~n

de

un gran número de personas;

y

éste sin duda es el mo–

tivo por qué el Salvador los hacia, por lo comun' , en

sábado. Aunque los judíos querian saber quién era el au–

tor del milagro, no era porque quisiesen convertirse. Del

mismo modo los hereges no han querido reconocer la ver–

dadera Iglesia, aunque no hayan ignorado los grandes mi–

lagros que muchos de sus hijos han hecho. Viendo el Sal–

vador el abuso que hacian los judíos de una m!lravilla tan

capaz de convertirlos, se retiró de la muchedumbre. Así

lo hace IJios frecuentemente cuando se abusa de sus mas

gran es gracias. ¡Qué castigo, Señor, es este funesto aban–

don10

!

Jesucristo, que no curó el cúerpo sino para curar

el alma, habiendo encontrado despues

á

este hombre en

el templo, le dixo: Advierte que ya estás curado;

cui–

dado con pecar en adelante, no sea que te suceda algu–

na cosa pe0r. Este hombre reconoció entónces

á

su di–

vino bienhechor;

queriendo que fuese conocido

y

hon–

rado de todo el pueblo, fue á decir á los judí0s, que Je.

sucristo era qu_len le habia sanado. ¿Mas qué honra podiél

esperar Jesucristo de los que

ya

formaban un poderoso

partido para perderle?