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DE

CUA:RE~MA.

-.

349

9o,

y

élla me arrojaba

y

me menospreciaba: babia ' ten–

tado reducirla, pero

inútilmente~

todÓ babia salido mal:

élla estaba sepultada en el sueño del pecado; hoy contra

toda apariencia este impío ha dado oídos

á

mi voz, se

ha rendido

á

las amorosas solicitaciones de mi gracia, se

ha apartado de la impiedad en que babia vivido: aver–

gonzado de sus aficiones criminales, viene

á

arrojarse

á

mis pies; yo le recibo entre mis brazos,

y

entro en ese

corazon obediente, dolorido, dócil: vuelvo á ver que es–

te hijo rebelde detesta de todo corazon sú rebeldía, que

implora mi misericordia,

y

recurre

á

mi bondad;

iPU~do no alegrarme de una conquista corno ésta? Me veFa

precisado á perderle, á pesar del amor que le pr9feso;

yk

no me jmpide que satisfaga yo el deseo que tengo d_e ha–

cerle feliz;

i

q é gozo mas sensible puede dar una cria–

tura al autor de su séd Al contrario, si es justo, des–

pµes de haber sido colmado de mis beneficios, despues

de haber gustado de<;pacio las dulzuras de mi

terq,ur~,

despues de haber experimentado las ventajas que se en–

cuentran en mi ser icio, viene

á

disgustarse de los

fa–

vores y de las caricias del mas amable de todos los due–

ños, del mas tierno de codos los padres; si muere en sus

desbarro<;, ino debo yo ca<;Ligarle oomo á·un hijo rebel–

de,

y

dexarle ,eternamente en la desventurada suerte de

los

réprobos~

El se ha olvidado de mis gracias y de mis

beneficios, ino es justo que me olvide yo de sus buenas

obras?

i

no es justo. que sea tracado corno los impío.s, pues

ha muerto en su

pt::cado ~

l.;a

muerte de todos los conde–

nados es deplorable; ¡pero qué dolor, qué desesperac;ion,

qué rabia la de un hombre, que durante una gran par–

te de su vida ha: sido devoto, y

despue~

ha muerto en

pecado! ¡Qué despecho, qué furor por toda la eternidad,

el de una persona que había gustado de Dios, que babia

·pasado algun tiempo en el servicio de Dios,

y

llega

á

ser reprobada.! ¡Qué despecho el de un sacerdote, el de

una persona religiosa, que · ha meditado den veces las

grandes verdades de la religion, que las ha predicado

y

explicado á los ótros, que

b~

contribuido con su zelo á

la

salvacion de tantas almas, de quien Dios se ha servi–

do para convertir tantos

1

pecadores; que ha contribuido

tanto por sus obras de piedad , por sus amol?estadones,