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JUEVES PRIMERO
madre de los hijos del Zebedeo:
i
Por ventura, son mas
' rectos nuestros fines, mas puras nuestras intenciones? Sean
nuestras oraciones cristianas, é infaliblemente serémos oi·
dos.
Esta es la gracia que os pido, Señor, haced que yo seá
oído.
J
ACULATO R 1AS.
Domine, doce nos orare.
Luc.
II.
Señor, enseñadnos
á
orar.
lntende voci orationis mete, Rex meus
-et
Deus meus.
Salm. 5.
Dignáos escuchar
mi
oracion, vos que sois mi rey
y
mi
Dios.
QJ
PROPOS!TOS.
r No hay actó de religion mas ordinario que la ora-·
c10n, y quizá ninguno con que Dios sea menos honrado.
En todas partes resuenan las alabanzas delSeñor, yse oyen
los votos que se le hacen;
i
pero el. corazon y el espíritu
l
oran de concierto con
los
labios? ino se puede decir que
se rezan muchas oraciones, pero que se hacen pocas?
Cuando solo se consultara la razon y la idea que se debe
tener~
este santo exercicio, ¿podríamos ver
á
sangre
fria la desaplicacion del espíritu, la tibieza, y muchas ve–
ces la indecencia con que cumplimos con él?
iNO
se nos
podría preguntar si acaso oramos por insultar
y
por irri–
tará Dios? La oracion es una conversacion en que el al–
ma admitida, por decirlo así, é introducida en el santua–
rio, le presenta sus miserias, le expone sus necesidades,
le descubre sus tentaciones
y
sus flaquezas;
y
penetrada
de los mas vivos sentimientos de respeto, de amor, de re–
conocimiento, procura honrarle,· así por su profunda su–
mision á sus órdenes, como por su confianza
y
sus
voto~.
i
Un acto de religlon tan perfecto puede no ser otra cosa
que una práctica puramente exterior? Y si al tiempo que
se trata con Dios, se distrae el espíritu hasta perder volun–
tariamente la devocion interior,
ise
puede decir que se
ora? Arreglad vuestra conducta sobre esta reflexion.