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DE CUARESMA.
339
uf vif.
Et
1t1nata eJf
filia
eju1 ex
muger,..
grande
es tu
fe
!
Hágase en
itla hora,
tu
favpr lo
que quieres.
Y
en
a·
quel momento fue sanada. su
hija.
MEDITACION.
Sobre la oraciom.
P
U N
T O
P R 1
M E
R O.
Considera la dignidad, el mérito, las ventajas
y
los so–
corros de la oracion. Hay sobrada razon para decir, que
la oracion es el irecurso mas seguro de todcis los cristianos
en todas sus necesidades. No es necesario ir
á
la
cumbre
del monte ni
á
Jerusalen para orar con mérito. La ora-
1cion no cuesta
ya
tanto; el verdadero culto depende, 2or
decirlo así, de nuestra disposicion: en todas partes en–
contramos á Dios siempre pronto para proveerá nuestras
necesidades: solo pide que se las expongamos;
y
una de
las mas esenciales condiciones para ser oidos, es creer
fir–
memente,
y
sin dudar que lo seremos:
Creed, que recibi·
réis,
y
os sucederá lo que esperais.
i
Puede haber cosa de
mayor
consuelo~
Si no fuera menester mas que esta con–
fianza para obtener de los grandes de la tierra los soco–
rros que les piden;
i
qué súplicas dexarian de
cons~uir
lo
c¡ue
desean~
La muchedumbre no nos impide acercarnos
á
Jesucristo. Por grande que pueda ser el número de los
suplicantes, cada uno tiene cuando quiere una audiencia
particular;
y
siempre depende de nosotros determinar lo
que ha de durar. No estamos precisados á aguardar vez;
el tiempo del Señor es siempre el nuestro. Se .puede estar
á
sus 'pies cuando se quiera, sin que Marta tenga dere–
cho de quejars.e. Ningun discípulo reprende nuestra im–
portunidad; ningun fariseo censura nuestra conducta ; to–
do es en favor de nuestra piedad. No es de admirar el que
Dios mire tan benignamente las oraciones de los hombres
cuando son hechas como conviene. Para desecharlas era
preciso que tuviera menos bondad,
ó
menos poder del
que creen
que tiene
los que le suplican; pues no
I;lOS
en-
Y
2