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JUEVES PRIMERO

nado Jesucristo de la envidia

y

del odio de los fariseos,

fatigado de oir sus malignas interpretaciones,

y

cansado

de sus preguntas capciosas, los abandona arrebatadamen–

te,

y

se retira hácia los confines de Tiro

y

de Sidon, don–

de parece queria vivir desconocido. En efecto, se retiró

con sus discípulos, sin ser advertido,

á

una casa donde

parecia que hab1an de ignorar su venida; pero fue bien

presto publicada en toda aquella comarca. Una muger ca–

nanea (los judíos daban este nombre

á

los de Tiro, de Si–

don,

y

de los alrededores, porque .descendian, de los anti–

guos cananeos , habienclo fundado Sidon , hijo de Canaan,

la ciudad de Sidon capital del pais: esta muger era gen–

til, como lo eran todos de aquel pais ; san Marcos dice_

que era sirofenisa , esto es , de Fenicia de Siria, en donde

estaba Tiro

y

Sidon), habiendo oído deeir que el Sal–

vador estaba en aquel pais, vino de la frontera donde ·

residía,

y

Je llevó una hij a poseida del demonio, no du–

dal\_rio que si Jesus queria, infaliblemente quedaría libre.

Los judíos, dicen los padres, arrojan

á

Jesucristo de su

tierra despues de haberle visto obrar una h1finidad de ma–

ravillas;

y

una muger extrangera,

á

sola relacion de

sus milagros , sale de un pais infiel para venir

á

adorarle,

y

le da todas las pruebas de la mas viva fe. Esta muger,

que habia oido á los judíos que su Mesías debia ser hijo

de David, habiendo oido.. hablar de las maravillas que el

Salvador obraba, no dúdó que fuese el Mesías. Entra, pues,

en la ca!"a doñde estaba retirado;.

y

quedándose al princi–

pió detras de los discípulos que estaban al rededor del Sal–

vador, decia sin cesar en voz bastante alta: Señor, hijo

de David, tened tnisericordia de mí: mi hija se halla

muy

atormentada del demonio. Mas el Salvador, haciendo de

que no la oia, continuaba en hablar con sus discípulos.

Ella no se enfada por esto, ni se da por ofendida;

y

vien–

do que el Señor no la quería oir, no dexa de importunar

á los discípulos; los que enfadados ·de sus oraciones

y

de

sus lágrimas, ruegan al Salvador que la despache, pór ver–

se libres de sus importunaciones. Jesus les respondió, que

no habia sido enviado para predicará los gentiles, sino

solo

á

las ovejas de la casa de lsrael,

y

que solo en favor

de éllas hacia sus milagros. En efecto, el evangelio no se

ha predicado

á

los extrangeros sino por no haberle qucri-