![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0342.jpg)
'
MIERCOLES PRIMERO
dencia, que nos ha hecho caer en desgracia de un podero·
so, de un empeño que ha arruinado nuestra fortuna. ¿El
propósito que se hace entonces, es por ventura vano?
i
es
ineficaz la resolucion que se
toma~
Hechos sabios á nues–
tra costa, iquéhorror no tenemos
á
aquella indiscrecion, á
aquella pasion,
á
aquella necedad, que nos ha desacredi–
tado tanto,
y
que nos ha sido tan dañosa?
i
Con qué cui–
dado evitamos la causa y las ocasiones? iCOn qué sabia te·
nacidad resistimos á los mas fuertes convites?
i
con qué va.
lor renunciamos de todos aquellos falsos halagos? Por mas
duro
y
desagradable que sea este régimen de vida, se ob–
serva escrupulosamente por el miedo que tenemos de vol–
ver
á
caer enfermos. Por mas que aquella bebida nos lison–
jee el gusto, por mas que nos sepa bien, nos privamos toda
la vida de élla desde que hemos conocido p runa triste ex–
periencia que es un veneno para nosotros . Aquel comercio
nos ha arruinado; mas queremos no ser ricos que volverle á
emprender. La complacencia no fue jamás tan lejos, que nc,s
·empeñase segunda
vez
en lo que una vez nos salió tan mal.
i
Se encuemra acaso el mismo carácter de arrepentimiento
en la penitencia que es seguida tan de cerca de la recaída?
i
es posible que se haya tenido un dolor sobrenatural, un
pesar vivo y amargo, una contricion verdadera de un peca–
do cuyas ocasiones se buscan,
y
que se comete pocos dias,
y
quizá pocas horas despues de una confesion casi forza–
da? El corazon no se muda jamás tan arrebatadamente
y
tan
sin~~1otivo.
Ninguna cosa prueba ma
sensiblemente
que una penitencia es falsa, que una pronta recaida; seco–
noce que no era sino la razon
y
el entendimiento quien
.condenó el delito sin que el corazon le detestase. Dios tiene
poca parte en una conversion, que ha sido de tan poca du:.
racion. El pecado de recaída hace, por decirlo así, que
vuelva
á
aparecer aquel pecado, que una penirencia apa–
rente babia como suspendido, sin haberle destruido. La
,tentacion no ha hecho propiamente otra cosa que volver
á
traer los objetos, que despertar las disposiciones, que ex–
citar un fu ego que la falsa penitencia babia solo cubierto
de ceniza. ¡Dios mio, cuántos pecados encierra, por de–
cirlo así, un pecado de recaída!