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DE CUARESMA.

· sonas seglares

y

otras consagradas á Dios! Ménos socorros

y

mas fid.elidad en únas; mas socorro

y

ménos fidelidad en

ótras. Hagamos ahora esta comparacion para evitar la

vergüenza

y

la condenacion que nos puede causar un d ia.

- La reyna de Sabá, que vino de tan léjos, prosigue el Sal–

vador; quiere de.cir, como se cree comunmente, que vino

de la Arabia feliz situada al mediodia de la

1

Judea , para

ver

y

admirarse de Salomen, de quien habia oído decir

tantas maravillas, vino de las extremidades de la tierra.

Est9. expresion en la Escritura solo dem:ta un pais apar–

tado; esta Reyna se levantará contra esta nacion ; 7.Y qué

podrá responderle? En efecto, el exemplo de esta Reyna,

á

quien el deseo de ver

á

un Rey tan nombrado por su saL

bidurfa aleja de sus-estados, la hace emprender un tan ye–

noso viage, es bien capaz de confµndir al pueblo judío,

que

desech~

la doctrina que le anuncia el Hijo de Dios en

persona,

y

que autoriza con los mas estu·pendos milagros.

i

Pero el exemplo de la misma Reyna no debe confundiF-

nos igualmente

á

nosotros?

·

,

El Hijo de Dios, contristado

y

~imiendo

sobre el en–

durecimiento de los judíos, continua su invectiva predi–

cándoles la reprobacion que iban

á

¡_nerecer por su pura

malicia, envolviendo su prediccion en la parábola siguien–

te: Cuando el espíritu inmundo se ve précisado á salir de

un cuerpo de que se había apoderado, está con la misma

pena que un hombre arrojado de su casa. Este hombre,

medio desesperado, va errante de una parte

á

e>:.

a, bus–

cando algun para ge donde retirarse; pero enfadado de su

destierro, toma la resolucion de vol V'er

á

su antigua mo–

rada; mas hallándola vacía , barrida

y

adornada , pero

mal guardada, pmque no juzga 11ue el demonio piense

cm

volverá él la, cree que le será fácil volverá entrar en élla;

mas para evitar la contin gencia de volver á ser arrojado,

va á tomar otros siete espíritus peores que él (la pala...

bra siete en la Escritura significa un gran número);

y

aprovechándose del descuido

y

de la ausencia de los que

debían guardarla, entra en élla con este formid able re–

fuerzo, se establece allí, y habita fuera de todo insulto

y

miedo.

i

Quién no ve, que la última condicion de esta al–

ma figurada en esta casa, de que los espíritus inmund os

se

han

apoderado, es peor que la primera? El fin de es-

j