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MARTES PRIMERO
J
AC l.JLATORIAS.
Domum t.ttam, Domine, decet sanctitudo.
Salm.
91.
Yo comprendo, Señor, el profundo respeto con que se
debe estar en vuestro templo,
y
la piedad con que, se
debe asistir al lugar santo.
Ti
rribilis est locus iste: hic domus Dei est; et porta creli.
Gt:nes. '28.
.
Yo ·conozco, Dios mio, cuán terrible es este lugar; aquí
está la casa de Dios., y la puerta del cielo.
P R O POS I TO S.
1
.Hay pocos pecados, que tardeó temprano casti–
gue Dios tan severamente, como la falta
(l¿
respeto,
y
las
irreverencias que se cometen en las iglesias. Acuérdate á
menudo, que nuestros templos son la casa de Dios, y el
lugíl.r santo, por excelencia, especialmente destinado para
darle
á
Dios un culto religioso, y donde el Señor quiere
que le hagas presente tus necesidades; el lugar donde se
ha obligado á oir tus oraciones; pero no las hagas infruc–
tuosas por tu falta de respeto. Nunca entres en la iglesia,
que no sea con un santo temblor, que .te obligue
á
estar
con respeto religioso, y con una modestia exemplar. Es–
tá siempre en .una postura decente, humilde, edificativa,
cual conviene
á
'persgnas que
~reen
estar á la vista ·de Je–
sucristo-,..ealmente presente. No hables jamás en el templo,
ni permitas que otro te hable: salte cuando tienes necesi–
dad de hablar.
'2
Inspira
á
todos tus -hijos
y
á
tus domésticos este pro–
fundo
y
religioso respeto. Acostumbra desde la primera
edad á tus hijos á respetar
1:rn
lugar tan tremendo. Si es–
tás encargado de alguna iglesia, ó de alguna capilla, haz
que todo esté limpio, aseado, magnífico, sin perdonar á
gasto. Ninguna cosa contribuye tanto á inspirar la vene–
racion y el respeto, como esta religiosa magnificencia. Las
casas de los grandes están tan ricas' todo está brillante
hasta en la casa de los particulares;
y
las iglesias causan
asco por su desaliño, por su desaseo; tampoco cuidado se
tiene de éllas. En fin, jamás estés en la igle ia, qne no pien·
ses que estás en la casa de Dios. Tu respeto
y
tu modes-