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.

'

DE

CU

A

RESMA.

zabel, reyna de I rael, le babia hecho, de tratarle como él

babia trarado

á

los cuatrocientos cincuenta profetas de

Baal, los que él babia hecho morir junto al Torrente

Ci–

son, se huyó á las extremidades del teyno de Judá. Ha–

biendo llegado á Bersabee, despidió á su criado,

y

se re._

tiró al

d~sierto

de la Arabia Petrea,

áruna

legua de la ciu–

dad. .Sintiéndose fatigado, se sentó baxo de un euebro, en

donde abandonándose

á

la tristeza, hubiera deseado morir

por no ver mas tiempo los pecados que se cometian;

y

anegado el corazon en la amargura, excbmó:

Seiior, sa–

cad mi alma de rni cuerpo

;

pues yo no

Sú.JI

mejer que mfos

padres.

En este conflicto se tendió en tierra,

y

se durmió•

.Entónces, dándole un ángel una palmada, le desperró,

y

·l

e d

ixo: Levántate,

y

com·e. Habiendo despertado Elías,

·

v.ió

junto

á

sí Jln pan,

ó

torta cocida debaxo de la ceni,...

za,

y un vaso de agua. Comió, pues,

y

bebió,

y

se vol–

vió

á

qhledar dormido. Vino el ángel segunda vez, le lla–

mó; y habiéndole despertado, le dixo: Levántate,

y

com

porque tienes que hacer un viage largo. Entónces, si nt1

'n:

<lose con mas fuerza

y

vigor que nunca, caminó cuaren–

ta días

y

cuarenta noches sin tomar alimento al guno;

y

el día cuarenta llegó al monte Sinaí,

ú

Oreb, sostenido,

durante todo este largo ayuno, por 1a virtud milagrosa del

pan que el ángel le babia llevado. Todos los samos p·adres

y

los intérpretes reconocen en este pan milagroso una figu-

ra de la Eucaristía.

,

El evangelio de este dia no está ménos llen,...

e ins..

truccion

y

de prodigios. Acababa el Salvador de libert ar

al endemoniado, ciego

y

mudo, de confundir la maligni–

dad de sus enemigos, que consumidos de la envidia de–

cian, que no expelía

á

los demonios sino con la ayuda de

Belcebub; cuando algunos escribas y fariseos, dando á

entender que ignoraban los milagros estupendos que ha'–

bia hecho,

y

de que todo e

l m

undo era testigo , le pidie–

ron uno que fuese nuevo

y

s.in

exemplo,

y

que diese gol–

pe. La incredulidad siempre fue propia de una suerte de

sabios,

soberbios

y

vanos, que cierran voluntariamente los

ojos á la luz,

y

buscan nuevos motivos de credulidad ;

siendo así, que lo que debieran procurar adquirir es la do–

cilidad

y

la humildad del corazon; porque siempre

hay

falta de fe , donde

.hay

faltfl de humildad. El Hijo de Dios