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DE

CUA

RESMA.

sus propios subditos !

j

con qué descaro, eón qué

inmod~s­

ti2 .,. con qué insolencia, con qué vanidad se entra el

dia

de hoy en las iglesias! ¡con qué indecencia se presentan

muchas personas

á

los pies de los altares! ¡con qué' des–

vergüenza, con qué impiedad tratan al lugar santo! ¡qué

posturas· tan irreventes

!

Si el demonio tomára un cuer–

po,

no tendria jamas

la

osadía de estar en nuestras igle–

sias con la irreligion con que se dexa ver la mayor parte

de los cristianos.

i

Qué escándalo no dan esas mugeres

mundanas, que entran en los templos con tanta desenvol–

tura, con esos vestidos llenos de profanidad, cuyo

prim~r

uso

s~

debe á las

co~ediantas? .~qué

escándalo no dan

es~s

personas que permiten á sus hlJOS en el templo · lo qu.e nQ

les tolerarían en las casas de los particulares?

i

qué escán–

dalo no dan

e~s

libertinos, que van ·al templo á renovar

todos los días las burlas y los oprobios de que hartaron

á

Jesucristo aquellos impíos soldados que le tratáron como

rey de teatro? En fin,

i

qué irreverencias no se

co~ten

por toda especie de gentes, que están en el lugar santo con

ménos decencia , con ménos circunspeccion, con ménos

· respeto, que estarían en los lugares mas profanos? Com–

para la compostura, la modestia, la urbanidad, el mira–

miento que se liene en una visita de cumplimiento, en una

concurrt:ncia de gente honrada, y siempre que se compa–

rece delante del rey, con esa inmodestia, ese descuido, esa

disipacion ·, ese enfado , esa irreli,gion , que se

f

p

e á los

ojos de Jesucristo en las iglesias. ¿Debemos a mirarnos,

despues de es o , de que Dios esté irritado , de que aban–

done pueblos enteros al error,

y

de que esté sordo

é

insen–

sible

á

nuestras oraciones y

á

nuestras súplicas? ¿debemos

admirarnos del trastorno de las estaciones , de la intem–

perie del ayre, y de todos los sucesos adversos que

nos

afligen~

Señor, yo conozco que estais justamente irritado con–

tra vuestro pueblo. Las irreverencias que se cometen to–

dos los dias en el lugar santo inflaman vuestro enojo. Yo

he pecado, Señor: conozco mi culpa; mas espero, con la

ayuda de vuestra gracia , que el respeto y la devocion

con que estaré de hoy en mas en las iglesias,

{)S

moverá

á perdonarme.