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servare, sacrilegium est. Ex parte violare, peccatum.
La
Cuaresma, dice san Crisólogo, no es de insti tucion hu–
mana: es Dios mismo quien la ha ordenado:
,Q,uadraginta
diehus jejzmium non humana inventio, sed auctoritas divi–
na
(
Serm.
37.) ; y yo creo, dice san Agustin, que lo que
le obligó al Señor
á
intimarno una ley tan expresa so–
bre el ayuno, es porque como Adan en el .paraiso terre–
nal perdió la gloria de la inmortalidad por la destemplan–
za, el segundo Adan quiso que esta pérdida fuese repara–
da por la abstinencia y por el ayuno :
At·hitror causam
hatic
esse jejunii,
ut
quia primus Adam in paradiso consti–
tµtus, perintemperantiam
gut~
gloriam irnmortalitatis amis·
serat
;
eamdem immortalitatem secundus Adam per tempe–
rantiam repararet
(
Serm.
77
de Temp.) .
Ninguna cow se observó mas religiosamente en toda
la Iglesia de de el tiempo de los apóstoles ·que el ayuno
de la Cuare ma. Los primeros cristianos de Alexandría
del tiempo de san Marcos le observaban, segun Eu ebio,
con un fervor, que servia de modelo á todos los fieles.
!o–
zomeno asegura que en el llirico, en el Oceidente, en to–
da el Africa, en el Egipto y en la Palestina, que compo–
nian entonces toda la Iglesia, se ayunaba con una rigi–
dez religiosa seis semanas en la Cuaresma; y muchos ayu–
naban hasta siete
(Lib.
6. ). No · habia variaci<Dn alguna,
ni di ver idad de opiniones en la exacta é indispensable ob·
servancia de una tan notable penitencia. Nosotros obser–
vamos una Cuaresma , dice san Gerónimo ,
1:· ~:
o la
tradicion aposcólica ,
y
ayunamos en el tie '
o que la
Iglesia ha juzgado
á
propósito para esto (
Ep. ad
Mart.
).
Por mas espiritual y loable que fuese el modo de pensar
de los que ayunando solos los treinta
y
seis dias de las seis
semanas se proponían el fin de ofrecer
á
Dios la décima
de todo el año, el exemplo del Salvador que babia ayuna–
do cuarenta dias, no les aseguraba, ni les favorecía; y es–
te fue el motivo, como ya hemos dicho, que obligó
á
la
Iglesia
á
añadir· cuatro dias , fixando el principio de la
Cuaresma al miércoles de Ceníza.
DE CUARESMA.
Nada condena mas nuestra relaxacion
y
delicadeza,
que la religion
y
el rigor de los ayunos de los primeros
cristianos: no contentos con hacer una sola comida al día,
y
ésta siempre por la tarde despues de la hora de vísperas,
Tom l.
S