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DE CUARESMA.

277

.Quadragesima

propter supervenientes non

frangatur d do–

rnesticis, ac

frqtribus.

La abstinencia

y

el ayuno no son las solas obligacio–

nes de la religion que pide Dios á los cristianos durante

la Cuaresma. .La oracion, el uso frecuente de los sa–

cramento~,

y

la limosna deben acompañar al ayuno ,

y

singularmente la inocencia

y

la pureza: abstengámonos

particularmente de pecar, dice san Agustín, no sea que

nuestros ayunos sean infructuosos, como los de los judíos,

_ y

los repruebe Dios.

i

Quieres santificar el ayuno , dice en

otra

parte~

cumple con los oficios de misericordia

y

de

Ci'l·

ridad. Lo que cercenas

á

tu ~sensualidad,

dice san Grega–

rio

Níseno, dalo al pobre que tiene hambre. El ayuno,

dice san Crisóstomo, no debe ser mirado omo un sucio

tráfico; no deb is absteneros de .comer por ahorrar, es

menester que el pobre se alimente de lo que vosotros aho–

rrais; de este modo sacaréis dos ventajas de vuestro ayuno;

la una, la de haber ayunado; la otra, la de, haber alimen–

tado al pobre. En fin, el ayuno, diee san Agustín, no

c~n­

siste solo en abstenernos de los manjares ,que apetecemos,

sino de todos los placeres

y

diversiones, los que deben

estar prohibidos para nosotros en este santo tiempo de pe–

nitencias. Hay personas, añade el mismo Santo, que son

mas sensuales que observantes como deben de la Cuares–

ma (

Serm..

171.

de

Diver

s.).

¡Qué error mas lastimoso! Es·

to no es guardar la

~bstinencia

, sino trocar unos gustos ,

por otros:

Hoc non est suscipere abstinentian:f:';

muta-

re luxuriam.

:

La misa de e te dia encierra todo el misterio del san·

to tiempo de Cuaresma. Comienza por este versículo del

salmo

90:

lnvocabit me:

&

ego exaudiam e,.urn:

el justo me

llamará en su socorro, y yo le oiré; estaré con él en el

tiempo de la tribulacion,

y

le haré salif glorioso. Ninguna

cosa mas propia que todo este almo para inspirar

á

los

fieles aliento en Ja penosa carrera de la Cuaresma,

y

en el

exercicio de la penite·ncia

y

de la tentacion.

·

, La epístola es una viva

y

patética exhortacion

á

que no

nos hagamos inútiles unos días consagrados

á

Ja peniten–

cia,

y

un tiempo que se puede llépnar po.r excelencia

el

r eyno de Ja 'mi sericordia del SefioL Está tomada del capí–

tulo 6 d.e la segunda carta de

san

Pablo

á.

los corintios.

Tom. l.

S 3