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PRIMER DOMINGO .

He aquí, les dice, un tiempo de gracia: he ·aquí unós d ias

de salvacion:

Ecce nu,nc tempus acceptabile, ecce nunc dies

.salutis

:

Os exhorto de todo mi corazon

á

que no recibais

en vano la gracia de Dios. Aunque Dios sea misericordio–

so en todo tiempo; pero .la Cuaresma es un tiempo privi–

legiado, en que todo concurre

á

hacer que nos sea mas

fa–

vorable. Las oraciones multiplicadas de toda la Iglesia, la

abstinencia

y

el ayuno de que la oracion va siempre acom–

pañada , todo concurre

á

hacer mas fácil

.y

mas eficaz

nuestra conversion.

·

· El evangelio de este dia

co~tiene

la historia de la Cua–

resma de Jesucristo en el desierto, como que es el orígen;

y

debe ser el modelo d.e la nuestra. Acababa Jesucristo de

recibir el bautismo de las manos de san Juan, cuando el

Espíritu santo, de quien era templo vivo ".le transportó al

desierto para disponerse

eón

el retiro y con un ayuno

contínuo de cuarenta dias y cuarenta noches , y por una

insigne victoria de .todas las ·artes del tentador para salir

al

~público.

Este desierto se extendía desde la orilla del

Jordan, en la tribu de Benjamín, hasta el territorio de Je–

ricó de un lado; y del otro hasta el mar Muerto. Se lla–

maba Ruban ; y mas adelante los occidentales le dieron el

nombre de cuarentena, para denotar el tiempo que moró

~n

él el Salvador. Bella leccion para enseñará todos los va–

rones apostólicos, que elretiro, el ayuno y la oracion de·

ben ser como el preludio de sus

func~ones,

y como los pri–

mero

-'~.os

de la vida apostólica. El hijo de Dios

fué

al

des ierto p·

li

pelear con el demonio y comenzar su mision

con áterrarle ; quiso ser tentado , dice san Agustín , para

enseñarnos á vencerle

(In salm.

90.

).

El Salvador pasó

allí cuarenta dias y cuarenta noches sin comer ni beber.

Este ayuno de cuarenta días antes de la predicacion del

evan·gelio habia sido figurado por

el

ayuno de·Moyses so–

bre el- monte Sinai, durante los cuarenta días que pre–

cedieron á la promulgacion de la ley antigua. Para hon–

raré imitar de algun modo esta abstinencia del Salvador,

ha sido instituida la Cuaresma, y observada en todo tiem–

po en la Iglesia. Al fin de este largo ayuno Jesus tuvo

hambre ; esto es, hizo cesar el milagro, que le habia

im–

pedido sentir el hambre hasta entonces. Este momento

fue como la señal de permiso que el Salvador dió al de-