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DE
CUA
RESMA. -
monio para que le tentara, á fin de saber si era el Me–
sías;
porque lo dudaba,, y queria tener pruebas mas cier–
tas de su divinidad, como
sien~e
san Gerónimo. San Agus–
tín cree que era el príncipe c!e los <lemnios el que osó ten–
tar
á
Jesucristo para saber quién era; y
qu~
1
cl
Salvador
no se descubrió
á
este príncipe de las tinieblas sino en
cuanto lo juzgo conveniente,
(lib.
9.
de Civ.
).
El demo–
nio no Conoció perfectamente que Jesucristo era Dios é Hi–
jo de Dios, sino despues de su Resurreccion. Este maligno
espíritu
se
presentó al Salvador baxo una forma huma–
na ,
y
le dixo :
i
Por
qt!H~
te dexas consumir del
hambre~
Si
eres el Hijo de Dios, iPºr qué no tonviertes estas
piedra~
en
pan~
Los mas grandes milagros no
t~
costarán mas de
una palabra. El
Salvador.secontentó ton responderle, que
estab;;i.
e~crito
9,Ue el
h~mbíá
no
viviaJc~n
sold el pan, si–
no
t<p~b1en
con ·cualqmera palabra ·que sale
1
ae
la
boca de
Dios; esto es, con una perfecta
obetH~fiofa '
á
todp
lo que
Dios manda. Por esta respuesta,
siii
negar Jesudlsto que
fuese Dios , prueba muy bien que. era hombre ;
y
den al
tentador tan incierto sobre su divinidad, como lo estaba
antes. Despues de esto le llevó el demonio á la santa ciu–
dap., le puso sobve lo alto d:el templo, y le di.>eo que si era
el Hijo de Dios se arrojase abaxo sin que tuviese nada
que temer; porque estaba escrito, que Dios babia encar–
gado
á
sus ángeles el cuiqado de su persona,
y
que éllos
no dexarian que se hiciese alguFJ mal; pero Jesus respondió
á
este pasage de la Escritura con otro,
y
le,J;i
que la
misma Escriturá ptohibiá tentar á
Dios. Es(
no de ad–
miracion,
y
pasmo el que el Hijo de
Dios
permitiese al de–
monio llevarle en el ayre hasta lo mas alto del templo ; pe–
ro el poder que el
Salv~dor
dió despues á
l~s
ministros de
Satanas sobre su persona, no nos debe admJrar menos que
el que da aquí al demonio. Por lo demas, hay apariencia,
·que en las dos últimas tentaciones Jesucristo se
hizo
invisible
á
1
aquellos judíos que le habrian podido ver. El
demonio , aunque confuso, no se retiró; tomó otra vez
á
Jesucristo,
y
le llevó
á
la cima de un monte muy alto,
y
mostrándole desde allí todos los imperios y reynos del
mundo, le dixo: Yo soy dueño de tqdos estos estados, co–
mo príncipe que soy del mundo , y dispongo de éJlos
á
mi arbitrio ; desde ahora serán tuyos, si te postras delan-
S 4