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DE CUARESMA.
-
28~
~
persuade fácilmente: no hay edad en que no sea poderoso;
la juventud enciende sus fuegos; una edad mas dura mul–
tiplica las ocasiones;
1a
vejez no obra sino por hábito
y
costumbre; todo torrente se eñgruesa, segun se aparta de
su orígen. Se diría que el dia de hoy la infancia no es
ya
la edad
~e
la inocencia. La corrupcion del corazon
parece se vale el dia de hoy para tornar fuerzas de la fia–
queia de la razon. No hay lugar adonde la tentacion no
se insinúe , en donde no haga estrago. Corno nosotros so–
mos nuestros mas poderosos tentadores, la tentacion se
halla en cualquier parte que nos llevamos á nosotros
mismos. Soledad sombría, desiertos espantosos, claustros
rodeados de murallas altas, provistas de toda suerte de
armas
y
municiones; el enemigo de la salvacion se encuen–
tra en todas pa¡tes donde nosotros estamos.
¡
Ay de aquel
que
cuenta demasiado sobre sus ánimos, ó sobre sus re–
soluciones,
y
que no junta la oracion á una vigilia contí–
nua
!
A
la verdad, la gracia es siempre mas fuerte que la
tentacion ; ipero cómo resistirérno's
á la
tentacion cu<llldo
hacemos tan poco aprecio de esta gracia ; cuando nos des–
cuidamos de pedirla sin cesar al Señor; cuando resisti–
mos tal vez
á
todas las impresiones de la
gracia ~
i
Cómo
es posible resistir á la tentacion cuando nos exponernos vo–
luntariamente á élla, cuando la buscamos
i
Los sitios mas
retirados, los mas santos esta dos de la vida, no son abrigos
ni asilos seguros contra las tentaciones;
y
personas medio
vencidas por el tentador, se exponen con
gll.~S
la ten–
tacion, corren sin armas
á
los mayores peli " · , caminan
sin guia con los ojos cerrados enmedio de los mas gran–
des precipicios. Bayles,
e~pectáculos
profanos, concurren–
cias mundanas, conversaciones festivas, union de objetos,
todos tentadores, ocasiones peligrosas
y
próximas ires–
petaréis, por ventura , la inocencia?
Y
despues que el
de–
monio se atrevió
á
tenta1·
al
Hijo de Dios en
el
mas horro–
roso desierto
de~pues
de
un
ayuno de cuarenta dias, en los
exercicios de la mas heróica piedad,
i
estarémos nosotros
seguros; nada tendrémos que temer,
ni en el
claustro
ni
en el
mundo~