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LUNES Pl
lMERO
verdades de la re1igion,
y
~obre
diversos puntos de lamo–
ral. Entre las. diversas instrucciones. que hizo al pueblo,
se: extendió mucho sobre el ju· cio
fina
1,
y
les hizo una
pintura muy viva de
él.
En aquel gran dia, les dixo, aquel
que ahora no parece sino el.Hijo del
hombre~
será reco–
nocido por-Hijo de Dios; porque vendrá con todo el res –
plandor de :iu gloria, acompañado de sus ángeles, se sen–
tará eu el trono de su magestad,
y
todos los pueblos de
la
tierra comparecerán delante de él como delante de su
rey
y
de su juez. iQué diferencia·, buen Dios, entre Jesu–
cristo naciendo ea un
~stabloi
y
muriendo. en una cruz,
y
J esucristo
r~vestido
de gloria, acoropañado de todos los
ángel es , sentado sobre una nube, que le sirve: de trono,
viendo. todos. los hombres á sus pies, que aguardan de él
la decision de su eterno destino!
Noso~·os
reconocemos
y
veneramos dos venidas. de Jesucristo , las que la Igle–
sia nos pxopone como dos grandes objetos de nuestra fe;
y
sobre las cuales estriba, por decirlo así, ·toda la ;eli–
gion cristiana..Vino este Dios hombre en el misterio ado–
rable de su encarnacion ,
y
tambien ha de venir en el dia
terrible de su juicio universat En la primera venida to ·
mó la calidad de Salvador; mas en la segunda tomará Ja
"' calidad de Juez. Si la justicia humana inspira tanto terror,
i
qué
mo
se debe temer de la justicia
divina~
Entonces:
en
<,Jquel momento los hombres, desengañados de las ilusio–
IJes de la materia, abriendo en fin los ojos
á
la verdad,
libres
:.o c;.
preocupaciones que tienen como esclavas
á
la fe
y
á a razon,, verán resplandecer -sobre las nubes la
magestad de su soberano Juez.
Entonces estará sentado sa–
bre la silla de su magestad.
Los grandes del mundo, con–
fundidos entonces con sus mas viles subditos; los dicho–
sos del siglo mezclados con el pueblo mas baxo , descu–
brirán el vacío
y
la nada de todas las grandezas de la tie·
rra.
Entonces,
el. herege vuelto de sus errores, el undano
desengañado de sus. falsos placeres, el libertino
impre–
sionado de su quimérica. felicidad; todos.cubi rto de una
amarga confusion, todos despavoridos
á
la memoria te·
rrible de sus delitos, bramarán , rechinarán los dientes,
desearán no haber sido jamás, ó haber sido aniquilados
antes de este dia terrible de ira.
y
de furor. Pero an tes de
pronunciar la sentencia
decisiv~
de su felicidad,
ó
de su ·