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PRIMER DOMINGO
PUNTO SEGUNDO.
Consid
era como todas las tentaciones son peligrosas ;
pero las
mas.detemer son las domésticas, las que son mas
delicada
s, las menos tumultuosas, las que menos se teme;
raras veces enviste el demonio
á
ca·ra descubierta
y
con
mucho ruido. Es advertir al enemigo el hacer tanto es–
truendo, se pone alerta, toma sus precauciones,
y
se dis–
pone para la defensa. El enemigo de la salvacion es de–
masiado hábil ,
y
demasiado astuto para ser tan gro–
sero. Observa el tiempo en que estamos descuidados,
atiende
á
las circunstancias del lugar, proporciona las oca·
siones. prepara con cuidado los objetos, estudia el natu–
ral, el genio, el humor, las inclinacione ,
y
sobre todo la
pasion dominante. No hay una de estas tentaciones estu–
diadas que no tenga un motivo plausible
y
especioso,
siempre conforme
á
la pasion que domina: no son sino
con"Jersaciones de bien parecer, de obligacion , de urba–
nidad; pero estas conversaciones hacen tragar insensible–
mente el veneno que mata. Las pretendidas obligaciones
de so tener con dignidad un empleo, un estado, una fa–
milia, hacen que se emprenda aquel comercio injusto; que
se siga con teson
1
que se robe á todas manos,
y
que se
sacrifique la conciencia
á
sus propios intereses. El pretex–
to del nombre que se lleva, de la clase en que se está,
de un
il~,P
que se tiene, de un e tablecimiento que se in–
tenta, son
· npre quienes autorizan las concurrencias mun–
danas , de donde nunca se sale sino con menos cristiandad,
los espectáculos
profano~
á
que !moca se asiste sin pecar,
ese juego en que la pérdida de tiempo no es la mas gran–
de que se tiene. Si una persona es inclinada á la piedad,
]a devocion está siempre inxerida, por decirlo así, sobre
el natural;
y
de aquí tantas ilusiones, tanto orgullo, tan–
to mal humor, tanta sensualidad en estas personas , que
se juzgan
y
se llaman devotas ;
i
por ventura el zelo se
encuentra en un temperamento vivo , bullicioso ; vano,
disipado~
¡Buen Dios, qué deseo de salir fuera de sí,
y
qué aversion al retiro
y á
la oracion
!
¡qué adicto
á
su pro–
pio parecer! ¡qué de arreglo tan en su interior! ¡qué in–
diferencia por lo que rhira á las obligaciones ordinarias de